El avance mundial del coronavirus provocó un enérgico llamado ayer, jueves, por parte de la Organización Mundial de la Salud para que los gobiernos recurren a todos los medios posibles para frenar la epidemia, la cual ha obligado a cerrar sitios públicos como la Iglesia de la Natividad en Belén y la cancelación de las festividades por la primavera en la India.
A medida que China, después de muchas semanas arduas, parecía estar ganando una batalla épica y costosa contra el nuevo virus, la lucha se aceleraba en otras partes del mundo, desencadenando acciones que están impactando profundamente a miles de millones de personas.
“Los países deben prepararse para contagio comunitario sostenido”, dijo el jueves el jefe de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, acerca de la epidemia declarada hace dos meses. “Nuestro mensaje a todos los países es: ésta no es una vía de sentido único. Podemos obligar al virus a retroceder. Estas acciones determinarán el curso del brote en cada país”, agregó en su informe diario desde Ginebra.
Se está abriendo una brecha alrededor del mundo. China, donde se originó el brote, informa diariamente sobre la drástica caída de las cifras de contagio y la reapertura gradual de fábricas mientras aumenta la sensación de que la normalidad ya no es un hecho distante. Mientras tanto, otros países reportan cifras crecientes de contagio con cancelaciones, clausuras, prohibiciones de viajes y escasez de artículos. Hay 17 veces más infecciones fuera de China que dentro del país, dijo la OMS, la mayoría de ellas en Corea del Sur, Italia e Irán.
“El virus no hace distinciones de raza, credo ni color. Ataca a todos por igual”, dijo Ian MacKay, virólogo de la Universidad de Queensland, Australia. “Lo que vemos en la práctica es una pandemia”. Desesperados por impedir la propagación de la crisis dentro de sus fronteras, los países ajustan las restricciones de desplazamiento. Australia prohibió la entrada de personas de Corea del Sur.