Por Valentín Medrano Peña
“Señor presidente electo, Sr presidente: Si la causa de cierre de empresas e instituciones del estado anunciada para su próximo gobierno, es el que se han cometido actos de corrupción en ellas. Sugiero cerrar el Palacio presidencial, los ministerios y demás estamentos del estado”. (Twit).
Muchos criticamos acremente el centralismo y jerarquización de las decisiones y acciones impuestos en el estilo piramidal de toma de decisiones del Partido de la Liberación Dominicana y sus gobiernos. Para muchos era riesgosa la conversión del Comité Político en un órgano o ente extra poder y supra poderes, en el cual se tenían que discutir políticas que luego solo eran adoptadas con sellos gomígrafos de los estamentos institucionales constitucionalmente concebidos.
En el Comité Político se aprobaban transacciones, puestos de la administración pública, escaños de las altas cortes, del servicio exterior, ascensos, traslados, proyectos de leyes, bufetes directivos, posturas institucionales y muchos temas más, que ahora parecen reiterarse.
La cultura política y los analistas hoy en litorales diferentes, aplaudían esa disciplina del PLD, que distaba del tumultuoso PRD hoy PRM que según ellos no sabía gobernar, decían: “son sólo buenos en la oposición, pues al ascender al poder devenían en un hervidero de discrepancias, posiciones encontradas, contradicciones y luchas de intereses y de tendencias”, justamente lo que me hacía amar al PRD de Peña Gómez, la democracia plena antepuesta a las mieles del poder.
La dignidad y la entereza de aquellos dirigentes contrariaba el principio que consagra que la procura única de los partidos políticos es la consecución del poder, y la máxima consoladora y arribista de que “es preferible estar arriba con presión que abajo con depresión”.
El PRD hoy PRM prefirió la democracia y optó por ella, en un acto de desprendimiento que parece prehistórico respecto de su practicismo buscapoder de hoy. Ascienden al poder con un discurso populista y prometiendo lo inobtenible, nubes inalcanzables, y creando espejismos de cesión gustosa de cuotas de poder, que en la práctica obligará a entendimientos y manejos.
Ya debo cansar con el tema del procurador general “independiente”, al que proponen sin decir de donde saldrá el presupuesto agrandado para posibilitar buenas investigaciones y el andamiaje legal que haga perdurable y real la tal independencia, hasta ahora quimérica, y al obtenerse, si se logra, solo será independencia aparente, de titulares periodísticos e hilos conductores del titiritero soterrados. Las ojivas de la venganza serán teledirigidas, demasiadas cuentas pendientes y decisiones afectadoras del gran negocio que se saldarán en terrenos judiciales. Pero hay que allantar al pueblo, descargarnos de responsabilidad y autorías, el ardid de los ardides.
A lo interno del PRM, el ayer PRD, ha operado un cambio ideológico que prioriza en el goce y disfrute del poder. Gente joven que referencia a Peña Gómez de oídas, por lo dicho por sus padres, y hasta relatado por sus abuelos, y que no sintieron del todo arder el jacho en sus pechos. El cambio parece ordenar una mentalidad abonada al oportunismo, ni siquiera la lucha de tendencias opera ya. Las posiciones dependerán de una multiplicidad de factores que no afecten la posibilidad de ser tomado en cuanta, solo ello explica el porque tan buenos y bien formados y honestos y responsables y objetivos abogados estén enmudecidos ante la puesta en sospecha de sus condiciones por la búsqueda del independiente inexistente.
Solo la espera de un decreto o la del puesto ahora pendiente y antes ausente por los últimos veinte años, explica que no se sientan ofendidos y respondan en consecuencia. ¿Quienes se atreverán a jugársela diciéndole a los farsantes que promueven a sus independientes con nombres y apellidos que ni ellos ni sus propuestos ni quien escoge son más serios que ellos?
Yo, como muchos, quería que llegara al gobierno el PRM que antes fue PRD y que trajera consigo algunos de los compromisos ideológicos legados por Peña Gómez, pero creo que ya no existe, o de lo contrario ya habría una crisis planteada y reivindicaciones de las renuncias éticas al estilo Bello Rosa y Tolentino Dipp. Ay ay hay que seguir esperando. O quizás no, es que yo sigo con mi ombligo enterrado en el pasado. ¡Qué viva el cambio, curador de los errores del ayer! y con otros planteados hoy, que han de pasar tempranas facturas.
Y respecto del twit que encabeza este escrito, solo decir, que no se debe producir la supresión de miles de puestos de empleos en medio de una pandemia, agrandando el desempleo.
Y que si es cierto que la causa que motiva el cierre de instituciones del Estado son los presuntos actos de corrupción cometidos en las mismas, habría que cerrar todo el Estado, todos los ministerios, y hasta el palacio de gobierno y los restantes poderes del Estado, ya que ninguno está marginado de tales actos. Y que además, clausurar estas entidades es un acto de complicidad que tiende a la impunidad, pues son presuntos cuerpos de delitos que deben ser investigados antes de su clausura. ¿O no?