Donald Trump se dispone a ultimar el que será sin duda el legado más duradero de su presidencia: una Corte Suprema a su medida.
Cuando el presidente acabe su primer mandato, en enero, permanezca o no en la Casa Blanca, habrá renovado un tercio de la máxima instancia judicial de Estados Unidos con jueces conservadores, que ya conforman una clara mayoría de seis escaños frente a tres.
En tiempo récord, con el apoyo casi unánime del Partido Republicano, el presidente se ha apresurado a nombrar una sustituta a Ruth Bader Ginsburg, fallecida hace apenas una semana, icono feminista de la izquierda estadounidense.
La sustituta por la que se ha decantado Trump es Amy Coney Barrett, a la que él mismo nombró jueza federal en 2017, una magistrada firmemente conservadora que será la quinta mujer en ingresar en la bancada en toda su historia.
Tras una semana de deliberaciones, el presidente anunció ayer su elección en una ceremonia solemne en el rosal de la Casa Blanca, y pidió a los demócratas «que le brinden a la jueza Barrett las vistas respetuosas y dignas que se merece y, francamente, que nuestro país se merece».
«Pido a los legisladores y los medios de comunicación que se abstengan de ataques personales o partidistas. Los riesgos para nuestro país de ello son increíblemente altos», añadió el presidente.
«La otra vez ya parecía fácil», bromeó, en referencia al proceso de confirmación, en 2018, del juez Brett Kavanaugh, que fue acusado de violación y recibió el voto en contra de los demócratas .
A Trump le acompañó la propia candidata, que voló a Washington desde Indiana con su familia.
La jueza Barrett proclamó su amor por su país y la Constitución y comenzó su breve discurso rindiendo homenaje a la fallecida juez Ginsburg: «No sólo rompió los techos de cristal, los pulverizó».
Después, prometió hacer justicia, si es confirmada para el Supremo, por encima de ideologías y afinidades partidistas o personales.
Fue una llamada a la concordia en toda regla: «Las desavenencias sobre asuntos de gran enjundia no deben influir sobre el respeto mutuo», dijo, antes de ponerse a disposición de los senadores para el proceso de confirmación que ahora empieza en el Capitolio.