Daris Javier Cuevas

Los economistas desde su etapa formativa conocen el pensamiento económico, la historia de la economía mundial, la economía política y los elementos sustantivo de la teoría económica. El conocimiento de esas ramas  permite entender que los primeros pensadores que se dedicaron al estudio de la economía fueron filósofos, juristas y matemáticos, lo que desde entonces permitió tener una visión más precisa de la organización de las sociedades políticas, el Estado y la distribución de la riqueza.

La historia de la economía desde platón ha enfatizado en que la preocupación por la sociedad ha de fundamentarse en la buena administración de las cosas pública, en consecuencia, por la economía. Y es en tales circunstancias que los eventos de crisis siempre es objeto de análisis de los economistas, básicamente por el impacto que estas producen, sus orígenes y efecto multiplicador.

Los eventos de crisis han sido una constante en la historia de la economía y su aparición permite establecer con precisión una cronología de siglos que se inicia en 1637 con los bulbos de tulipanes en Holanda que se convirtieron en un valor especulativo que todo el mundo quería poseer.  Pero las turbulencias económicas no desaparecieron, sino que para 1720 surge la famosa Burbuja cuando en Inglaterra se creaba la compañía de los Mares del Sur y en Francia la Banque Royale para poder absorber y comercializar la deuda pública de los dos Estados y sus empresas, pero estos quebraron y arrastraron a toda Europa a una gran recesión.

A partir de esas vicisitudes de crisis, el mundo ha estado siempre sumergido en una frecuencia de este fenómeno que prácticamente ha convertido a los economistas en analistas de crisis o crisólogos. Es como acostumbrarse que dentro de la economía la crisis es algo inherente a su dinámica, tal como se observa en el hecho de que, en los últimos 150 años, el mundo ha sufrido 14 recesiones, pero la crisis causada por el coronavirus podría convertirse en la cuarta  peor en la historia de este flagelo, solo superada por  las crisis a comienzo de la Primera Guerra Mundial, en 1914, en la Gran Depresión, en 1930-32, y la Segunda Guerra Mundial, 1945-46.

El profesor de historia de la economía mundial, Charles P. Kindleberger, sostenía que en los eventos de crisis económica el liderazgo era esencial para contener el fenómeno de las crisis. De origen norteamericano, Kindleberger fue uno de los economistas que mejor contribuyó a entender los colapsos económicos y planteaba que todas las crisis tienen como patrón relevante de que tras un shock externo se produce un inusual auge económico que, a su vez, provoca un incremento de los precios, pero que necesariamente ha de estar respaldado por el liderazgo empresarial, el gobierno, los políticos y el diseño cuidadoso de la política económica.

En los grandes momentos de crisis económica la historia nos recuerda que diseñar una salida a la compleja situación económica que se enfrente sugiere la adopción de grandes medidas económicas apoyadas en decisiones deliberadas, concretas, certeras y responsable. A pesar de que el mundo ha estado sumergido en crisis económica durante el largo periodo, 1637-2020, en la ciencia económica aún no se ha podido construir una teoría sobre la duración de una crisis, aunque si se analiza con cierta precisión el origen de la misma que, generalmente, está en algún desequilibrio en el sistema económico.

El brillante economista John Kenneth Galbraith, canadiense, nos recuerda que en el ámbito de la actividad humana poca de esta registra una historia crisis como ha ocurrido en el campo de la economía y las finanzas.  Pero resulta que las crisis y las burbujas financieras han establecido una repetición con tanta frecuencia que no transcurre un periodo superior a diez años en que, de una forma, más o menos cíclica, se presente una situación de crisis que altere el curso de la economía.

Los factores que desencadenan el ciclo en la crisis económicas y financiera se comprueban en el hecho de que el siglo XX se despidió con la crisis asiática de 1997, derrumbando el denominado “milagro económico asiático”. Pero a su vez, con el siglo XXI se inauguró la crisis de la burbuja punto com, cuyo intríngulis estuvo explicado por las nuevas empresas de internet y la economía digital, fruto de que los inversores encontraron el espacio perfecto para invertir, generándose una especulación de tal magnitud que provocó una implosión en la economía global.

La repetición de crisis se presenta en el 2008 cuyos efectos multiplicadores se expandieron por toda la economía a escala planetaria, originada en el sector financiero y estremeciendo a la economía global, y se convirtió en sistémica, por lo que se tipificó como la gran recesión.

Cuando se creía que todo caminaba por el tren correcto de la ruta de la economía, al inicio de 2020 surge la gran pandemia, una crisis cíclica, provocada por una emergencia sanitaria sin precedentes y rodeada de incertidumbre.

Por su magnitud y consecuencias, se pronostica que la gran pandemia va a superar la crisis financiera global del 2008  y donde el ritmo de la recuperación dependerá, a su vez, del ritmo en que se levanten las medidas de contención que se ha generado. Por tal razón, la recuperación de la economía va a depender de la reducción de nuevos números de contagios, hasta llevarlo a cero, pues hasta que la pandemia no esté radicada totalmente, o hasta que no haya niveles aceptables, no se puede hablar de recuperación económica, por tanto, un factor clave en esta crisis  es la contundencia y rapidez con que actúen las autoridades y la capacidad de cada gobierno al expandir el gasto publico con prudencia para que, al menos, la economía adquiera forma de V y no de W.