Luis Aníbal Medrano S.
En ocasión de la conmemoración del 84avo Aniversario del nacimiento del doctor José Francisco Peña Gómez, me permití observar desde mi asiento confidente de mi espacio transitorio de la calle 163, como la hipocresía, falsedad y la charlatanería política se conjugan para hacer alarde de un discipulado o de guardar religiosamente los principios morales que exhibió en vida el titán maeño.
Bochornoso y hasta asqueante es tener que ver el espectáculo que montan año tras año una jauría de “come siempre” que disfrutaron de la benevolencia del líder de masa más consagrado del país y Latinoamérica que en diferentes circunstancias lo traicionaron, a tal punto que esa traición generada de la apetencias económicas y políticas de unos comerciantes de esa ciencia social, empujaron a la muerte a Peña.
Nos causó rabia una de las tantas actividades donde, a su manera, doctores y doctoras Merengues rendían tributo al gran tribuno. En esa jaula abierta se encontraban concentrados una manada de políticos de la agrupación a la que el doctor Peña pertenecía al momento de su lamentable fallecimiento, todos ellos beneficiarios directo y de forma sustancial de los gobiernos rampante de la agrupación que vapuleó, humilló e intentó desacreditar la figura egregia de ese monumento de moralidad que se llamó en vida José Francisco Peña Gómez.
Hombres y mujeres que no lo conocieron, que se engancharon al negocio político vestidos con la tela crujiente del oportunismo y el sombrero de la demagogia, pronunciaron discursos apológicos. Reconocidos rufianes del quehacer político y de dudosa reputación, vistieron este 6 de marzo sus mejores galas para intentar seguir aparentando su devoción por la memoria del calumniado doctor Peña Gómez. Actores políticos nacionales de primer y segundo nivel mostrando una tristeza fingida. El tiempo y los acontecimientos seguirán demostrando lo que realmente son y cómo se han comportado.
Millones de dominicanos que aún permanecen en el mundo de los vivos, diseminados por todo el planeta tierra, recuerdan con sinceridad, con nostalgia y hasta lamentan la partida a otro plano del auténtico líder de masa de piel morena pero de alma del color de la solidaridad. No todos hemos utilizado la figura y recuerdo de Peña Gómez para fines indecorosos.
Pero por fortuna no todo está perdido. Soy de la que creo que el presente gobierno que encabeza el presidente del Cambio, Luis Abinader, rendirá tributo de manera total a la memoria de Peña Gómez. Este criterio lo tenemos bien fundamentado. A pesar de las circunstancias adversas, del desorden nacional heredado, de la desesperación de perremeistas que con razón o no reclaman participar en el gobierno, de bocinas con falsos contactos que aún permanecen por la bondad de uno que otros funcionarios que le han favorecido, de un PLD moribundo que como tiburones heridos continúan sus cuasi reos dirigentes soltando aletazos, sabiendo que tarde o temprano serán capturados por la red de la justicia independiente que con pasos preciso viene armando su captura; a pesar de todo, el cambio cumplirá con los anhelos no materializado del difunto Peña Gómez.
El cambio es una realidad que cada día se escribe con letra de trabajo permanente, del cuido de los recursos del Estado, de inversión de los recursos de manera correcta, de preocupación por la educación, la salud y el porvenir de todos los dominicanos para que al final de cada cuatro años se escriba en negrita, mayúscula y subrayada, el cambio es una realidad. Un gobierno así fue que soñó Peña Gomez.
El autor es periodista, político y municipalista residente en el Bronx, Nueva York.