Víctor Manuel Peña
No hay duda de que el discurso de Abinader fue un discurso ilusionista en un contexto electoralista.
Sobredimensionó las obras realizadas, pero hubo un olvido olímpico de las promesas incumplidas.
El presidente Abinader prometió villas y castillos en su alocución del 27 de febrero de 2021 y la inmensa mayoría de las obras prometidas no fueron ejecutadas o cumplidas en ese año.
¡Aún siguen siendo promesas incumplidas!
Queremos acotar que el presidente Abinader es licenciado en Economía, no doctor en Medicina; sin embargo, él se robó el show al declarar por “decreto” el fin de la pandemia.
En todo caso se espera que las instituciones responsables, el Ministerio de Salud Pública o el Gabinete de Salud, fueran las que evaluaran y dictaminaran el fin o no de la pandemia.
Después de dos años de intensos sufrimientos, restricciones y privaciones es natural que la población esté agotada y que desee intensamente salir de la pandemia.
Pero una cosa es el deseo y otra cosa es la realidad.
Hay que ser cauto y no se debe declarar a pulmón abierto que el fin de la pandemia llegó.
Precisamente el discurso de rendición de cuentas de Abinader comienza por rememorar lo relativo a todo lo que ha hecho el gobierno para combatir la pandemia desde el sector Salud.
Sin embargo, aparte de logros obtenidos, hay que destacar las grandes insuficiencias que en materia de infraestructuras, equipos y medicamentos hay en todo el sector salud en el país, lo que evidencia las grandes limitaciones para hacer más efectiva la lucha contra pandemias, epidemias y enfermedades.
Abinader siguió su itinerario ilusionista en un contexto electoralista al referirse a obras realizadas en diferentes áreas de la Administración Pública.
Pero la fuerza electoralista de su discurso de rendición de cuentas se sintió más en las nuevas promesas hechas al pueblo dominicano y en las propuestas que hay en el tintero para tratar de reformar la Constitución.
Hizo mención especial del escenario de la guerra en Ucrania para destacar el impacto sobre la inflación mundial y la inflación dominicana.
Ciertamente la inflación dominicana puede ser afectada por los efectos de la invasión rusa a Ucrania sobre los precios del petróleo y de los cereales.
Pero la inflación dominicana no es consecuencia o resultado solo de la inflación importada. Hemos dicho que hay causas internas en la generación de la inflación dominicana.
En la lucha contra la inflación hay que incluir una reforma de la ley de hidrocarburos que modifique los impuestos contemplados y que racionalice las exenciones.
Y el combate a la inflación, que tiene que ser permanente, debe hacerse desde los ámbitos de la política fiscal y la política monetaria.
Ciertamente ha habido un proceso de recuperación de la economía en marcha, pero el mismo encierra limitaciones con relación a los empleos recuperados y a los nuevos empleos generados.
Frente a un recrudecimiento de la inflación interna por efecto de la guerra en Ucrania es necesario fortalecer y completar el proceso de reactivación de la economía dominicana y que ello redunde en elevación del nivel de empleo y de los salarios y sueldos en toda la economía.
Esto es mucho más importante que los programas sociales de ayuda a la población.
Producto de las improvisaciones, los desaciertos y la falta de sensibilidad y de planificación, el gobierno está muy pobre en los niveles de popularidad, lo que proyecta ya como un imposible que el candidato a la reelección se imponga en las elecciones de 2024, dado el desencanto casi total de la población porque los monstruos de la inflación y del desempleo la está devorando: cercenado su vida, su bienestar y su tranquilidad.