MI SENTIR
Por Balbueno Medina
La Sociedad Industrial Dominicana (SID), que acaba de cumplir 85 años de fundada, es el mejor ejemplo de empresa netamente dominicana, que gracias a la valentía y al patriotismo de sus creadores ha podido permanecer en el tiempo proveyendo una gran parte de los alimentos que consumimos en el país.
Recuerdo con nostalgia y orgullo, cuando en la década de los ochenta, siendo estudiante del bachillerato tuve la oportunidad de servir a ese conglomerado de empresas, en mi condición de empleado temporero lo que me permitió cubrir mis estudios y luego acceder a la universidad a estudiar Comunicación Social.
Como yo, muchos jóvenes con deseos de progresar fuimos beneficiados por la Sociedad Industrial Dominicana, a través del señor Peñita, quien se desempeñó durante muchos años como encargado del Departamento de Recursos Humanos, concediéndonos esos turnos laborales de tres meses en horarios que no nos chocaran con los estudios.
Esa visión, que desde su origen mantuvieron los fundadores de la Sociedad Industrial Dominicana, desde la presidencia de Don José Miguel Bonetti, y que ha sido replicada por sus hijos José Miguel Bonetti Dubrey y Ligia Bonetti, nos llena de orgullo porque se han esforzado por mantener en pie ese patrimonio de dominicanidad, contrario a otros emprendedores que en medio del mundo de la globalización decidieron vender sus empresas para vivir cómodos sin tener que someterse al stress que implica competir en este momento.
La SID, no solo se ha mantenido durante estos 85 años siendo una de las principales empresas de capital netamente dominicano, sino que gracias a su resiliencia ha logrado competir con las empresas globales que brindan servicios en nuestro continente, por la diversidad y calidad de productos que ofrece a los públicos de República Dominicana dentro y fuera de su territorio.
Para los dominicanos que residen en los Estados Unidos y en algunas Islas del Caribe, donde la Manicera, como popularmente era llamada en nuestro país, exporta sus productos representa un orgullo y una extraordinaria esperanza de vida, seguir consumiendo los alimentos que por más de ocho décadas han liderado la dieta de varias generaciones de compatriotas de aquí y de allá.
Sé que la publicación de este artículo podría generar sorpresas y reacciones incomprendidas por la forma entregada con que lo he hecho reconociendo los aportes de la Sociedad Industrial Dominicana a nuestro país, porque habiendo sido un comunicador de varias décadas de trayectoria, que no ha tenido la oportunidad de compartir con sus ejecutivos estrechamente, y por lo tanto se me podría ver como algo distante, pero no es así, por lo antes expuesto en el cuerpo de este texto.
Los ejecutivos de la SID ignoraban hasta este momento el que este servidor llegó a formar parte de ese conglomerado de empresas en el Departamento de Detergentes, cuando apenas iniciaba mi vida laboral a los 18 años, sino hubiese sido uno de los tantos periodistas que fueron invitados al acto de celebración de los 85 años de fundación de esa institución de la cual me siento orgulloso de haber servido cuando más lo necesitaba para crecer.
Mis felicitaciones a la familia Bonetti y a todos los que hacen posible la existencia de la Manicera, no solo la hago extensiva en la celebración de estos 85 años por su fundación, sino por haberla mantenido en pie como una de las pocas empresas netamente de capital dominicano con que contamos en este momento, porque lamentablemente son pocas las que pueden levantar únicamente levantar la bandera dominicana como la SID. Felicidades y que Dios les permita seguir celebrando miles de años siendo orgullo del pueblo dominicano.