Por Milton Olivo
Esta historia, se trata de Quisqueya, y su gente. Navegaremos entre círculos existenciales concéntricos. Partiendo de los conflictos globales de un mundo enfrentado que concentra la riqueza en unos pocos y que excluye la mayoría, por un lado.
Por otro, el conflicto interno de los individuos; entre encontrarle sentido a su propia circunstancia; o el entregar por Fe su voluntad existencial, a una entidad desconocida e inmaterial de naturaleza omnipotente y omnisciente.
Somos testigos y actores de otra realidad cotidiana; los individuos, en su lucha constante por sobrevivir, y la realidad sociopolítica de su entorno. Existiendo entre las adversidades de su realidad y sus aspiraciones sustentada en su fuerza de voluntad, motivación y ambiciones.
Sin dejar de lado el dilema aquellos individuos que necesitan buscar la razón metafísica de su existencia, y se encuentra que en la naturaleza todo existe en equilibrio, por tanto se trata de fuerzas opuestas, coexistiendo, como los platillos de una balanza. Cuya manifestación más contundente es la dicotomía que se da entre nuestro cuerpo físico perecedero, vehículo de nuestro ser espiritual eterno.
Dificil entonces para esos individuos no detenerse y preguntarse… ¿Cuál es el sentido de la existencia? Tengo para decirte que según la metafísica, es un tránsito, cuyo sentido es evolucionar, y evoluciona en la medida que tus pensamientos y acciones, están enfocado en lo que es bueno, lo bello y lo justo. E involucionada cuando tus actos son de maldad y pecado, cuyo castigo son las enfermedades, y el dolor.
Por siglos se ha planteado, que el sentido trascendente del existir, es volver al origen, que es el creador. Con relación al Dios creador, se entiende que somos algo similar a lo que es una gota de agua al océano.
La regla eterna, es que lo único permanente es el cambio. Y lo planteado anteriormente queda reflejado en una ley, que se manifiesta en todo lo existente, la tercera ley de Newton; establecer que toda acción, produce una reacción, de igual fuerza y sentido contrario. De manera que tendremos que responder por nuestros actos. Donde la maldad, se pagará con dolor, y la bondad, con felicidad.
Si es trascendente entenderé y ser consciente, que la vida, no se inicia con el nacimiento, ni termina con la muerte. Sino que cada vida, encarnación o retorno, es un escalón de la escalera existencial. En ese eterno retorno evolutivo o involutivo –que dependerá de nuestros actos- existencial. O en otras palabras, de otras escuelas; rendir cuentas de sus actos ante Dios. Prueba de que la muerte es un tránsito, de la manera que sea, continuamos.
¿Cuál es la diferencia de los actos de los seres humanos? Eso lo determina si su conducta, si es guiada por la bondad, la verdad, la compasión, la misericordia o si es por la codicia, la maldad, la mentira, etc. Donde su historia referencial, no inicia con su nacimiento, ni termina con su muerte. Significa que ya llegamos con cuentas pendientes a favor o en contra.
Se entiende que los pueblos, son conglomerado de individuos con pasado en común. De ahí el origen de las nacionalidades y de los pueblos. Y ahí entra el sentido y espíritu de la humanidad y de la dominicanidad.
Quisqueya, se trata de un paraíso… en guerra desde hace 500 años. Los Tainos, un pueblo, que existía en una isla, paraíso real, con una comunidad cuyos 4 mandamientos eran; no mentir, no robar, no ser vagos y respetar a los mayores. Desde 1492 se le declaró la guerra, y a pesar de haber enfrentado todos los imperios en los últimos 5 siglos, hemos salido victoriosos, y seguimos de pies. Y seguiremos.
Los nativos originarios de Quisqueya fueron despojados de la mayoría de su territorio. Una parte fue entregado a franceses, quienes luego derrotados, por los individuos que tenían esclavizados, fueron despojados y es lo que se conoce como Haití. Territorio que estamos llamados a recuperar.
Los conquistadores – a los indios claros e indios oscuros- los borraron de la historia oficial, estableciendo que ellos, el pueblo Taino nativo desapareció, con el único objetivo de que sus descendientes no se le ocurran reclamar la tierra de que sus ancestros fueron despojados.
En cada etapa de nuestra existencia como pueblo, ha encarnado un individuo que con su visión y filosofía; o ejemplo de valor. Que nos ha servido de guía y brújula existencia para asegurar nuestra supervivencia. De los cuales el más distinguido es Juan Pablo Duarte.
Y Duarte nos mostró el camino; “Mientras no se escarmienten a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos, seguirán siendo víctimas de sus maquinaciones”.
La frustración de tantas décadas de lucha, ha provocado en muchos Quisqueyanos, consciente o inconscientemente, han renunciado al compromiso con la nacionalidad, con la dominicanidad, con la evolución y felicidad colectiva y han sustituido ese compromiso con el individualismo, alfombra del egoísmo, raíz de los males del presente, la delincuencia, la corrupción, y la inseguridad.
Por el nivel de evolución espiritual en nuestra Quisqueya, nuestro destino es convertirnos en una potencia emergente. Maximizando nuestra producción, privilegiando nuestros niños, erradicando el desempleo y la miseria, repatriando invasores, para gloria y honra de nuestro creador. Creando las condiciones para que todos nuestros hermanos puedan evolucionar hacia la bondad y el bien.
El autor es escritor