Por Cándido Mercedes
“… El tsunami de información desata fuerzas destructivas. Entretanto, se ha apoderado también de la esfera política y está provocando distorsiones y trastornos masivos en el proceso democrático. La democracia está degenerando en Infocracia”. (Byung- Chul Han: Infocracia)
Estamos en presencia de una crisis de la verdad ostensiblemente aguda. Esta crisis de la verdad es expresión de una constelación, a su vez, de la enorme enormidad de la crisis de confianza, sobredimensionada por la ola descomunal de la incertidumbre. Miedo e incertidumbre desmiembra la esperanza generando la entropía de este tiempo.
Latinobarómetro en 2018 midió los niveles de confianza que se dan en América Latina: 10 de confianza, 90 de desconfianza. En Europa Central: 49 de confianza y 49 de desconfianza. En la Europa nórdica: 70 de confianza y 30 de desconfianza. Resalta que los prerrequisitos esenciales de la democracia son cómo abordamos de manera efectiva la capacidad de gestión de conflictos y los controles del poder. Ello así porque democracia es diversidad, es el caldo y culto de la diferencia y la tolerancia; empero, al mismo tiempo, relaciones de poder en la singularidad plural de asumir a todos los actores: mayoría y minoría.
La cultura política, que ha de ser el cuerpo de actitudes y creencias, en la sociedad dominicana los actores políticos la vienen asumiendo como si tuviesen parálisis paradigmática. No ven, o no quieren ver, lo que no se ajusta a sus paradigmas, a las normas y leyes que ellos mismos han creado en los últimos 28 años. Quieren erigirse por encima del cuerpo del orden normativo establecido, para que la sociedad camine sin base institucional. La clase política expresa en la praxis social una disrupción que lejos de coadyuvar a más y mejor democracia, el sistema de partidos, la viene erosionando porque los valores que la generan ellos no los practican.
Cultura política, en tanto que cuna de los procesos políticos, trillan el camino del abismo, una decantación diferenciada que drena y atrofia la democracia. Se sumergen y reflotan los actores políticos y algunos actores sociales fuera del marco institucional. Pretenden subvertir la institucionalidad de cada hecho o fenómeno de acuerdo al grado de conveniencia de sus intereses y no de la ley. Es como si fueran intocables, una casta tan privilegiada que las normas no han de tocarles, si los afectan.
Es el caso de la Sentencia 0307 del Tribunal Superior Electoral que cuestiona la Resolución 22/2024 de la Junta Central Electoral y que “afecta” al Partido Fuerza del Pueblo, que envió un listado carente de legalidad y legitimidad; y, el caso del Colegio Médico que pretende politizar, de manera burda, las sanciones por malas prácticas médicas. En vez de buscar el Colegio Médico el equilibrio de preservar los derechos de los pacientes, al tiempo que buscan garantizar la seguridad del personal de salud y de los recursos materiales y financieros. Lo que tienen que hacer es pedir siempre el debido proceso, pero no en el Siglo XXI realizar protestas en un área del poder judicial.
¡Que apagón, cuan grave estamos como sociedad! Nada más y nada menos que la Suprema Corte de Justicia dictaminó en favor de un paciente: Félix Julián Encarnación, que perdió una pierna en el 2018 por una bacteria que adquirió en el Hospital Ney Arias Lora, donde se le exige a la organización hospitalaria una indemnización por 10 millones
de pesos. Algo que debió venir desde hace más de 30 años en nuestra sociedad, por la perfidia en los servicios de salud y la indigencia del comportamiento médico con los pacientes. ¡Una crisis ética espantosa!
El caso de la Sentencia 0307 del 2024 está muy diáfana, a saber:
1) El 27 de junio del 2023 el Partido Fuerza del Pueblo envía una carta a la Junta acerca de las reservas, en ella señalan dos reservas.
2) El 7 de julio del 2023 el Partido Fuerza del Pueblo envía otra carta a la Junta para variar las reservas. En esta oportunidad dicen que postularán una reserva interna y otra por alianza.
3) Fuerza del Pueblo manda a realizar varias encuestas (tres) para cuatro puestos de diputado en la Circunscripción No. 1 del Distrito Nacional, que a la sazón son 6, en una composición de 3 hombres y 3 mujeres.
4) En esas 3 encuestas ganan Andy Morales, Francisco Guillen, Robert Martínez, Margarita Feliciano y Selene Méndez. Los tres más votados fueron los tres hombres.
5) Fuerza del Pueblo envía a la Junta el listado con 6 nombres: Rosa Margarita Feliciano Rodríguez (Reserva). Francisco José Guillen Blandido (Encuesta). Fanny Selene Méndez (Encuesta). Andy Roberto Morales Rivera (Encuesta). Katiuska Morel Alcántara (Reserva). Rafael Ramón Paz Familia (Reserva).
6) En ese envío de la Fuerza del Pueblo hay dos errores: pusieron 3 RESERVAS, cuando eran dos. No pusieron a Robert Martínez quien formó parte de los tres más votados en las tres encuestas.
7) Robert Martínez impugnó la Resolución de la Junta 22/2024 ante el Tribunal Superior Electoral, quien la acoge y en Cámara de Consejo conoce la impugnación. Se invitaron a Robert Martínez como demandante e impugnador, a la Junta y al Partido Fuerza del Pueblo.
8) La organización partidaria Fuerza del Pueblo, se hizo representar por 4 abogados: Ramón Antonio Vargas Peña, Gilberto Rivas, Ramón Mateo Calderón y Luis Manuel De Peña.
9) El Tribunal Electoral luego de ponderar, ver todas las documentaciones, dicta la Sentencia 0307, que estable en su pagina 21: Diputado 1: Andy Roberto Morales Ribera. Diputado 2: Francisco José Guillen Blandino. Diputado 3: Robert Emmanuel Martínez Amparo. Diputado 4: Posición: Encuesta mujer. Diputado 5: Cedida en alianza – mujer. Diputado 6: Reserva: Libre disposición- mujer.
En esa Sentencia no excluye a nadie a la luz de la Constitución, de las leyes 33-18 y 20-23 (Partidos políticos y Régimen Electoral), a la luz de la Ley Orgánica 29-11 del Tribunal Superior Electoral y del Reglamento de Procedimientos Contenciosos electorales. Las tres mujeres podrían ser puestas por el partido Fuerza del Pueblo en la nueva composición de la boleta de la Circunscripción 1. Cambia, eso sí, el orden y Rafael Ramón Paz Familia no puede ir, pues rompe la estructura de género: 40- 60. De la única manera que puede ir es si uno de los tres hombres que están en el orden 1, 2 y 3 renuncia por la causa que fuere.
La partitocracia nuestra tiene una enorme crisis de la narración. Una crisis entre el relato y la información. Una crisis de una narrativa que no se sustenta con los datos. Asumen la falacia lógica y la falacia falsa de la equivalencia como eje central de la subjetividad, ideologizándolo todo para esbozar argumentos propios de una cultura política
anquilosada, fosilizada en el tiempo, creando espanto entre la entropía y la información. Embaucar y hablar mentira en la era de la psicopolítica, de la digitalización, cuasi no encuentra camino entre el tiempo y el espacio.
Nuestra cultura política, tanto de la partitocracia como de actores sociales, tiene que ser trascendida para horizontalizar las normas con las actitudes y creencias y en consecuencia, dar pautas a nuevos procesos políticos que respondan a la dinámica de los cambios sociales y culturales, de una sociedad que a golpe de bolsón viene metamorfoseándose para adentrarnos a una mejor consistencia y coherencia y dejar atrás ese profundo marasmo y lastre, caracterizándose en el síndrome de la inconsistencia e incoherencia que nos aturde, en todo el tejido social, institucional y económico. Es la ilusión de la esperanza. Necesitamos una ilusión de futuro.