La corrupción está socavando la base del sistema de justicia penal, porque se ha estado negando el derecho a un juicio justo e imparcial. El trato equitativo frente a la ley es un pilar de la democracia. Cuando las cortes ceden a la corrupción por avaricia o conveniencia política, se crea un sistema de injusticia. Cuando la justicia se inclina para favorecer intereses particulares, se pierde la esencia de la igualdad y oportunidades que debe tener la gente. La corrupción judicial implica que la voz del inocente no es escuchada, mientras que los culpables son dejados en libertad. De ese modo, se crea un clima de impunidad, lo que mina la confianza de los inversionistas y dificulta la iniciativas de reducción de la pobreza.

Todos perdemos cuando la justicia cede ante la corrupción, en particular las personas de escasos recursos, quienes se ven obligadas a buscar dinero que no tienen para pagar soborno. De acuerdo a las últimas encuestas sobre las posturas frente a la corrupción, estas revelan que en más de 25 países, al menos uno de cada diez hogares tuvo que pagar un soborno para tener acceso a la justicia. En otros veinte países, al menos tres de cada 10 hogares informaron que a fin de contar con una justicia “justa” en un tribunal, tuvieron que recurrir al soborno.

El soborno, a pequeña escala, y la influencia política en la judicatura deterioran la institucionalidad: instituir un sistema para los ricos y otros para los pobres divide a las comunidades. Si el dinero y el tráfico de influencia impiden que se haga justicia, los pobres son los más perjudicados por no contar con los recursos económicos.

Muchos residentes denuncian delitos ante la Fiscalía, pero el Ministerio Público ha sido lento en la persecución penal. Es frustrante y, sobre todo, decepcionante para aquellos que trabajan dentro de esa institución, saber quiénes son los corruptos que hacen daño, y la justicia llegue tarde. Debemos reconocer a esos que trabajan con dignidad, y despreciar a los corruptos que hacen daño a la sociedad.

Carmen Iris Sierra
Periodista