Editorial 3-10-2017

Como un parasito que enferma y en ocasiones destruye el cuerpo humano,  así el fanatismo, el racismo y la xenofobia están quebrantando y aniquilando la paz mundial.

Lo peor es que en otrora el terrorismo, el genocidio y la violación a los derechos humanos eran acciones exclusivas de fundamentalistas del mediano y lejano oriente.

Autoridades y ciudadanos de los Estados Unidos y la Unión Europea se horrorizaban con el terrorismo religioso seguidores del profeta Mahoma.

Sin embargo, los ciudadanos de los países del primer mundo solo veían estos acontecimientos a través de los medios de comunicación, esos eventos nunca llegaban a su territorio, pero desde un tiempo para acá, todo ha cambiado, estadounidenses y europeos están sintiendo en carne propia las secuelas del fanatismo, el terrorismo y la xenofobia.

El tiroteo del pasado domingo en un concierto al aire libre en Las Vegas, que dejo un balance  de más de 59 muertos y 527 heridos, es otra muestra más de que la seguridad de esos países esta en vilo.

Se trata  del peor tiroteo masivo provocado por una persona en suelo estadounidense realizado por un hombre blanco de 64 años llamado Stephen Paddock, que con un verdadero arsenal disparó desde una habitación del casino Mandalay Bay.

Es importante señalar que esta matanza no fue realizada por ninguna organización islámica fundamentalista, sino que fue ejecutada por un norteamericano, lo que cual indica que la seguridad ciudadana de los estadounidense se está desvaneciendo.

Las autoridades norteamericanas han permitido que el miedo se apodere de sus residentes. Eso no es justo.

Nos parece que la venta incontrolada de armas es el principal catalizador de estos asesinatos masivos.

Durante su mandato Barak Obama intento sin éxito controlar la venta y la posesión de armas, pero los miembros de la poderosa  Asociación Del Rifle impusieron sus designios.

En Estados Unidos uno de cada tres hogares tiene un arma de fuego, mientras que el índice de muertes por disparos es la más alta de un país desarrollado, con unas 30.000 muertes anuales y un tiroteo en un lugar público casi a diario.

Esas estadísticas denotan que la proliferación de armas son un gran problema para la seguridad interna de los Estados Unidos, pero una vez más los intereses económicos se imponen a la razón.

 

Esos mismos intereses en conchupancia con el pentágono son los que han promovido el fanatismo, el racismo, la xenofobia y las guerras.

 

Ellos,  tienen como su principal materia prima para obtener ganancias pingues la promoción del odio, la división de los pueblos, la muerte, la mutilación y la enfermedad.

Ellos son los parásitos que están enfermando y destruyendo la humanidad.