La mitad de las familias de los 43 fallecidos rehusaron participar en el funeral de Estado al que asistieron el presidente y el primer ministro de Italia
Italia despidió este sábado a 19 de las víctimas del derrumbe del viaducto Morandi con un funeral de Estado, al que acudió el presidente de la República, Sergio Mattarella, el primer ministro, Giuseppe Conte, los vicepresidentes Luigi di Maio y Matteo Salvini y otros representantes del Gobierno, junto a unas 5.000 personas. Las familias de otros 19 fallecidos rehusaron participar en el acto, bien porque prefirieron una ceremonia privada o como protesta.
Las familias de cuatro jóvenes de Torre del Greco, una localidad en el sur de Italia, rechazaron acudir por considerar que el Estado no ha protegido a las personas. «Mi hijo fue asesinado», repitió el viernes Roberto, el padre de una de las cuatro víctimas de Torre del Greco. La madre de otro fallecido calificó el funeral de «farsa» y consideró que el Estado era responsable del drama.
El funeral se celebró en uno de los pabellones del recinto ferial de la ciudad, donde cubiertos por coronas de rosas blancas, se habían depositado los féretros de 19 de las víctimas, entre ellos el ataúd blanco del niño de 8 años que falleció junto a sus padres.
Sobre algunos de los féretros se depositaron las banderas de los países de origen de las víctimas, ya que en el siniestro además de italianos murieron cuatro jóvenes franceses, dos albaneses, tres chilenos, un peruano y un colombiano.
El número de víctimas mortales del derrumbe ascendió a 43, después de que haya fallecido uno de los heridos en estado grave, informaron fuentes hospitalarias. Se trata de Marian Rosca un conductor rumano de 36 años y que era uno de los nueve heridos, tres de ellos de gravedad, que seguían ingresados.
Durante la jornada también los equipos de bomberos encontraron entre los bloques de cemento al que se cree que es el último desaparecido, un italiano de Génova. Mientras que por la noche, se encontró un vehículo con otras tres personas, una pareja y su hija de 9 años.
Al lado de los ataúdes se encontraban los familiares que recibieron las palabras de consuelo de Mattarella, y también estuvieron presentes para manifestar su cercanía los jugadores de fútbol de los dos equipos de la ciudad, el Génova y el Sampdoria.
Con un fuerte aplauso recibieron los asistentes a algunos de los miembros de los equipos de bomberos que trabajan en el rescate. Pero también fueron aplaudidos a su entrada en el pabellón los miembros del Gobierno que ha decidido tras el accidente revocar la concesión de gestión de las carreteras italianas a Autostrade per L’Italia.
Entre los presentes también estuvieron el presidente de Autostrade per L’Italia, Fabio Cerchiai y el consejero delegado, Giovanni Castellucci, a quienes el Gobierno acusa de la tragedia por incumplir supuestamente su deber de mantenimiento del viaducto. Castellucci, anunció este sábado, que la empresa creará un fondo de al menos 500 millones de euros para los damnificados por el derrumbe, que será gestionado por el Ayuntamiento de Génova.
«El puente se derrumbó. No era solo una parte importante de una autopista, sino una vía necesaria para la vida cotidiana de muchos, una arteria esencial para el desarrollo de la ciudad. Pero Génova no se rinde», dijo en su homilía el arzobispo de Génova, el cardenal Angelo Bagnasco.
Bagnasco afirmó que hay «una grieta en el corazón de Génova» y que «cualquier palabra, aunque sincera, es poco frente a la tragedia». El arzobispo de la ciudad también habló de la necesidad de una «debida justicia» aunque esta tampoco pueda cancelar o restituir lo su perdido.
Bagnasco también dedicó unas palabras a las cerca 600 personas que han tenido que abandonar sus viviendas, que se encuentran bajo lo que queda del viaducto, y pidió que «no encuentren solo un alojamiento temporal sino que puedan volver a tener el calor de una casa».
También intervino en la ceremonia religiosa un imán, en honor de los dos albaneses musulmanes fallecidos en el derrumbe.
«Hemos venido por Marius, mi primo», dijo Ayde Djerri. «Tenía 22 años y estaba en el puente. Iba a su trabajo, con un colega. Era jardinero».
«He perdido a un amigo, pero he venido por todas las víctimas» confía Nunzio Angone, que acudió al funeral con su esposa. Salvatore Catrini estuvo también con su mujer, «por la ciudad» y por todas las víctimas, pero también ha perdido a un amigo de infancia. «Crecimos juntos… Él trabajaba en una calle bajo el puente cuando se desplomó», dice. Su esposa añade: «Ese día, debía estar de descanso, pero como hacía un tiempo tan horrible, se fue a trabajar y dijo que ya se tomaría un día de descanso más tarde, cuando saliera el sol».
El Gobierno italiano decretó duelo nacional para este sábado, por lo cual las banderas de los edificios públicos están a media asta y por la noche los monumentos nacionales -entre ellos los emblemáticos Coliseo, Fontana de Trevi y plaza del Capitolio de Roma- apagarán las luces.