El Instituto Dominicano de Aviación Civil (IDAC), a través del Proyecto de Asistencia Medio Ambiental impulsado por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), se convirtió en la institución dominicana que encabeza las iniciativas para la producción de combustible alternativo en el país a partir de la caña de azúcar.

 

Carlos García, analista para el Caribe que participó como encargado del proyecto de asistencia de la Unión Europea (UE) y la OACI en el país y Juan José Veras, coordinador de Reducción de Emisiones e inspector de Aeronavegabilidad de la Dirección de Normas de Vuelo en el IDAC, coincidieron en afirmar  que República Dominicana solo está a la espera de las tecnologías para empezar a producir el combustible amigable al medio ambiente dirigido a la aviación civil.

 

Un estudio de factibilidad que forma parte de un proyecto de la OACI y la UE orientado a mitigar las emisiones de C02   sugiere al país solicitar la cooperación local e internacional para adquirir las tecnologías apropiadas que permitan una producción adicional de caña de azúcar para ser usada como combustible alternativo para aviones.

 

La iniciativa surgió de la Declaración de Punta Cana con la participación del IDAC, del Ministerio de Medio Ambiente, el Consejo Nacional de Cambio Climático y Mecanismo de Desarrollo Limpio, el Departamento Aeroportuario, la Junta de Aviación Civil (JAC) y el Consejo Nacional de Energía, en la cual se estableció una hoja de ruta para la producción de combustible sostenible de aviación a partir de la caña de azúcar, que puede ser factible si el país contara con las tecnologías necesarias.

 

 

Este estudio refleja de forma sostenible es posible producir hasta 50 millones de galones en corto tiempo utilizando solo  un reducido porcentaje  de las áreas de zonas cañeras.

En varias ocasiones el director general del IDAC Alejandro Herrera ha manifestado el interés de que el país pueda ser certificado como país verde en materia de aviación civil y la producción de este tipo de combustible alternativo, que lo colocaría en otro campo de ventaja ante los objetivos de la OACI.

 

 

“Esto es un proyecto ambiental, la República Dominicana no es un país petrolero, entonces, tener su propia producción energética puede dinamizar el impacto económico de zonas pobres como el este o el sur, que esto podría generar y sobre todo la cadena de valor desde la parte agrícola hasta el uso, realmente lo que hace falta es un componente en esa cadena, porque tienen las tierras, los ingenios, aerolíneas volando  internacionalmente con combustibles alternativos, lo que hace falta es la tecnología, la voluntad política y el marco político jurídico”, sostuvo García en su momento.