Santo Domingo-Las persistentes luchas personales que se producen en los partidos por la nominación presidencial han debilitado al sistema de partidos en la República Dominicana, al extremo de fragmentar tradicionales organizaciones políticas y generar fuerte tensión en el oficialismo.
A ello se suman los proyectos reeleccionistas que constituyen siempre una retranca para el desarrollo institucional y limitan la alternancia en el poder y que han sido persistentes, advierte el Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre la Calidad Democrática en la República Dominicana.
“El caudillismo se ha constituido como una característica endémica de la política dominicana, que el proceso democrático no ha logrado erradicar. El reeleccionismo es una expresión de ese caudillismo, y a la vez, ese caudillismo se sustenta en un clientelismo con amplios tentáculos que estructura la relación entre el Estado y la sociedad”, aduce el informe.
Plantea que el sistema electoral ha mejorado en su normatividad y tecnología, pero que son recurrentes los episodios que generan desconfianza al producirse las elecciones, casi siempre por los partidos electoralmente perdedores, los cuales no admiten su derrota.
Establece que también hay una gran disparidad de acceso a los recursos en la competencia electoral y ha sido difícil aprobar leyes para regular el financiamiento de los partidos.
“La nueva Ley de Partidos 33-18 del año 2018, si se aplica, se pondrá a prueba en la campaña electoral para las elecciones de 2020. Se sabrá entonces si la Ley contiene las disposiciones suficientes para asegurar una mayor competitividad electoral”, precisa la investigación del PNUD. Aduce además, que el 40 aniversario de la transición democrática en la República Dominicana encontró al sistema partidario poco competitivo y poco democrático, con estructuras de dirección osificadas y decisiones concentradas en las cúpulas.
Al examinar la calidad de las elecciones, la investigación del PNUD destacó que la República Dominicana quedó entre los últimos lugares de la región en la mayoría de los indicadores evaluados. Los aspectos peor valorados fueron la existencia generalizada de compra de votos, la falta de autonomía del órgano electoral, y la existencia de irregularidades asociadas con el manejo de los datos y el conteo de los votos.
Refiere que la mayoría de los indicadores examinados en los componentes de la dimensión de derechos políticos y sistema electoral reflejaron una tendencia a empeorar en los últimos años. “Se aprecia un periodo de mejoras con las reformas iniciadas a partir de la crisis pos electoral de 1994. Esta tendencia continuó en los primeros años de la década del 2000, pero desde mediados de la década de 2010 se identificaron retrocesos más o menos pronunciados, según cada indicador”.