MOSCÚ.- El accidente del Sukhoi Superjet-100, el primer avión de pasajeros ruso postsoviético, que dejó este domingo 41 muertos, supone un serio revés para la industria aeronáutica del país, aunque las autoridades piden no sacar conclusiones precipitadas y rehúsan prohibir los vuelos de la aeronave.

“No hay motivos (para impedir la explotación de los SSJ-100)”, dijo este lunes el ministro de transporte ruso, Evgueni Ditrij.

Por su parte, la agencia de aviación rusa, Rosaviatsia, también consideró prematuro hablar de una posible suspensión de los vuelos del SSJ-100 antes de que se establezcan las causas del accidente.

El birreactor, perteneciente a la compañía estatal rusa Aeroflot, se incendió al efectuar un aterrizaje de emergencia en el mayor aeropuerto de Moscú, Sheremétievo.

El avión había despegado de Sheremétievo el domingo a las 18.02 hora local (15.02 GMT), pero menos de media hora después el avión retornó al aeropuerto de partida.
Al tomar tierra, el avión con sus depósitos de combustible llenos, colisionó con la pista y estalló en llamas.

En los últimos meses el SSJ-100, diseñado en Rusia en la década de los 2000, ha sido protagonista de varios incidentes.

En abril, un aparato del mismo modelo no pudo despegar para cubrir la ruta entre las ciudades de Moscú y Voronezh, por “un fallo técnico”.

Un mes antes, otro SSJ-100 se vio obligado a regresar al aeropuerto de partida en Moscú por grietas en el parabrisas.

Mientas, el mismo aparato que se incendió ayer ya había sufrido otro percance en enero de 2018, cuando no bajaron los flaps a la hora de realizar un aterrizaje.

En la plataforma Change.org ya ha comenzado la recogida de firmas para la suspensión de los vuelos del SSJ-100.

“El SSJ-100 no es un avión muy bueno. Tiene problemas de diseño. Los problemas existen y no sé por qué los ocultan a la población”, declaró el piloto retirado ruso Yuri Sítnikov.

El experto aviador dijo a la radio Komsomólskaya Pravda que el avión ruso, fabricado según tecnologías de Boeing, presenta las mismas imperfecciones que otros aparatos modernos.

“Estos chicos occidentales nos ayudaron a hacer de este avión una perfecta mierda”, aseveró.

Por su parte, en el Kremlin insistieron en la necesidad de esperar a los resultados de la investigación, antes de tomar cualquier decisión sobre el futuro del modelo accidentado.

Los investigadores rusos barajan como posibles causas de la tragedia malas condiciones climáticas, fallos técnicos o error humano a la espera de tener más datos.

A su vez, varias fuentes indicaron que el siniestro pudo haber sido provocado por el impacto de un rayo en la aeronave.

Las dos cajas negras del avión fueron recuperadas por los servicios de rescate rusos, que advirtieron de que la lectura de los datos de los registradores puede llevar entre dos y cuatro semanas.

Mientras, los rusos continúan conmocionados por la tragedia al tiempo que elogian la pericia del personal aéreo a la hora de evacuar a los pasajeros.

“Cuando el avión se detuvo, enseguida comenzamos la evacuación. Había un incendio y todos gritaban que estamos ardiendo, aunque dentro del aparato no había fuego”, dijo a la televisión rusa la azafata Tatiana Kasatkina, integrante de la tripulación de la aeronave siniestrada.

“No veía a nadie. Empujaba a tientas a los pasajeros (al tobogán de emergencia)”, agregó Kasatkina.

Uno de los supervivientes, Dmitri Jlébnikov, a su vez agradeció al personal de a bordo por salvarle la vida y “estar cerca todo el tiempo”.

“Nos ayudaron a salir al tobogán para no asfixiarnos. Dentro (del avión) estaba todo muy oscuro y había un calor insoportable”, dijo el pasajero.

En la actualidad, los mayores operadores de los SSJ-100 en el mundo son la rusa Aeroflot y la mexicana InterJet, habiendo esta última expresado preocupaciones acerca de cuestiones relacionadas con el mantenimiento de las aeronaves, según la prensa rusa.

Desde 2011, cuando comenzó la explotación comercial del avión, se han producido 186 unidades del modelo, que tiene capacidad para hasta 108 pasajeros, una autonomía de vuelo de 3.000 kilómetros y un precio unitario de 35 millones de dólares.