Los salarios de los trabajadores de a pie, que son la inmensa mayoría de los dominicanos, crecen a la velocidad de los bueyes. En contraste, el costo del servicio que los transporta en carros y minibuses hacia sus hogares y al trabajo, corre a la velocidad de la locomotora.
Las estadísticas sobre la inflación del Banco Central de la República Dominicana, y las ofrecidas por la Oficina Nacional de Estadística reflejan esa tendencia, vista a largo plazo.
Un punto de partida es la última Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, la ENGHI, de 2007, en la que se estimó para la fecha de su presentación, que en transporte los hogares gastaban el 17 por ciento de sus ingresos.
En esa encuesta, ese 17 % representaba unos 8.9 miles de millones de pesos. Este porcentaje no ha bajado, es lo contrario. Al costo del transporte para el consumidor correspondiente al presente año 2019, el Banco Central le otorga una ponderación de 17.95194, lo que equivale llevarlo a casi un 18 %.
Asimismo, el Banco Central estima en sus estadísticas sobre la inflación, entre diciembre de 2017 a diciembre de 2018, que los precios del sector transporte han crecido, en una tasa acumulada de 69 %.
De acuerdo a reportes de la prensa, en la actualidad esa entidad monetaria trabaja en la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de Hogares correspondiente al 2018, en la que actualizarán las estadísticas de la estructura de consumo de los hogares dominicanos.
Aunque esta tasa incluye el transporte de carga además de pasajero, también ofrece indicios sobre el alto costo acumulado y creciente que representa para los hogares.
Estadísticas más recientes divulgadas por esa institución (a junio del 2019) revelan que el costo de la canasta básica para el 20 % más pobre de la población, asciende a un poco más de 14 mil pesos. Mientras que para el grupo medio (de cincos grupos), ese costo es de un poco más de 24 mil pesos. En este contexto, un incremento de 10 % en el servicio interurbano de transporte, o de 10 a 25 pesos, que por lo general representa como mínimo un gasto diario multiplicado por dos, es como un temblor de tierra para los pies que sostienen al habitante de los magros salarios.