WASHINGTON.- El presidente de EE. UU., Donald Trump, llegará a su segunda cumbre del G7, que se celebra esta semana en Biarritz (Francia), con el primer ministro británico, Boris Johnson, como un posible aliado y sus recientes tensiones con China e Irán entre los asuntos que se anticipan estén en su agenda.
Después de su debut, en 2018, ante sus homólogos del Grupo de las Siete principales economías mundiales (G7), que terminó con la negativa del estadounidense a rubricar la declaración final y un roce con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, Trump volverá al foro que reúne además a Alemania, Francia, Italia, Japón y Reino Unido.
Esta vez Johnson, quien se estrena en la cumbre tras asumir el cargo de primer ministro el 24 de julio con la promesa de culminar el “brexit” o la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) el 31 de octubre, figura como uno de los más cercanos al gobernante.
“Él y yo estamos muy alineados. Nos sentimos muy bien el uno con el otro. Creo que haremos un gran y fantástico trato comercial con el Reino Unido”, declaró Trump este jueves durante un acto en Nuevo Hampshire, dejando abierta la puerta a una estrecha relación comercial entre Washington y Londres en un escenario sin la UE de por medio.
Trump se limitó a anticipar sobre el acuerdo que “se está moviendo rápidamente”, sin ahondar en detalles.
Ya el pasado 12 de agosto, el gobernante estadounidense, quien ha destacado que Johnson es conocido como “el Trump británico” y que “es lo que necesita” su país, expresó al nuevo primer ministro durante una conversación telefónica su intención de encontrarse personalmente “en un futuro cercano”.
Entre los asuntos que se espera aborden las mayores economías del planeta puede entrar Irán, a la luz de la cada vez más tensa relación entre Washington y Teherán luego de que la Administración Trump se retirara en 2018 del acuerdo nuclear internacional alcanzado en 2015 con la República Islámica.
En la cita del G7 estarán Alemania, Reino Unido, Francia y Estados Unidos, cuatro de las potencias que junto a Rusia -suspendida en 2014 de ese mecanismo después de que Moscú se adhiriera Crimea- y China firmaron el pacto con Irán.
Las tensiones entre Teherán y Washington han ido escalando, ya que, tras su retirada del pacto, Estados Unidos volvió a imponer a la República Islámica todas las sanciones que habían sido retiradas, incluidas las que afectan al sector petrolero, y ha establecido alguna nueva.
Desde principios de julio, Irán comenzó a incumplir sus compromisos nucleares, en un intento por presionar a la UE para que ayude a la maltrecha economía iraní, a lo que EE. UU. ha respondido con sanciones como la anunciada el pasado 31 de julio contra el ministro de Exteriores iraní, Mohamad Yavad Zarif.
Otro de los flancos que ha ocupado al Gobierno Trump y que pudiera trascender al G7 es la disputa comercial entre Estados Unidos y China, enfrascados en un toma y daca de aranceles.
El más reciente capítulo de esta tensión lo supuso el anuncio de la Casa Blanca de imponer nuevos aranceles del 10 % a importaciones chinas valoradas en 300.000 millones de dólares a partir del 1 de septiembre, medida que Washington postergó hasta el próximo 15 de diciembre.
China ha respondido a la presión estadounidense con aranceles de represalia, congelando la compra de productos agrícolas y permitiendo que su moneda caiga frente al dólar a un nivel no visto desde 2008.
El paso atrás por parte de Trump ha tenido como telón de fondo la incertidumbre que el desacuerdo comercial con China ha ido alimentado entre inversores y empresarios y la reciente aparición de la sombra de una posible “recesión”, algo que por primera vez en meses volvió a los titulares de medios de comunicación generalistas y especializados en economía.