Almería (España).- La Fiscalía mantiene la petición de prisión permanente revisable para la dominicana Ana Julia Quezada por el delito de asesinato del niño Gabriel Cruz el 27 de febrero de 2018 en una población de la provincia de Almería (sureste español).
En el juicio, la fiscal Elena María Fernández argumentó este martes que Quezada, la única persona acusada en este caso, mató al niño, de ocho años, porque era un “obstáculo” para sus planes personales.
También pide 10 años más de cárcel por lesiones psíquicas causadas a los padres del menor. La acusada, que mantenía una relación sentimental con el padre cuando ocurrieron los hechos, fingió participar activamente en la búsqueda del menor cuando se dio por desaparecido.
El cadáver del niño fue encontrado tras doce días de búsqueda, lo que causó una gran conmoción en toda España.
“Ha quedado acreditado el desapego afectivo que tenía Quezada con Gabriel, lo tenía ya con su propia hija Judith. Ha quedado acreditada una inquina y una aversión injusta totalmente hacia este niño que lleva a una intencionalidad perversa y consolidada en el tiempo”, según las conclusiones definitivas de la fiscal.
Judith declaró hace una semana que se había sentido “utilizada” por su madre tras conocer todo lo ocurrido en relación a la desaparición y fallecimiento del niño.
El Ministerio Público asegura que lo asesinó “primero para eliminar el vínculo afectivo entre el padre y el hijo, que incomodaba a sus planes de relación personal”, y sobre todo para “eliminar ese vínculo afectivo tan intenso que existía entre los padres, cuya prioridad era el interés de este niño, con dedicación y atención”.
Añade que existía una “inquina y aversión” hacia Patricia Ramírez, la madre del menor.
El escrito de la fiscal, al que tuvo acceso Efe, señala que aquel día el niño le dijo a su abuela, en cuya casa de Las Hortichuelas Bajas de Níjar (Almería) se encontraba, que iba a jugar con sus primos, y que Quezada estaba “pendiente de sus movimientos”.
La acusada abordó al niño en el camino que iba del domicilio de su abuela a la de sus primos y le pidió que la acompañase para ayudarle porque iba a pintar en una finca del padre de Gabriel situada en lugar aislado a varios kilómetros.
El niño accedió ante la “confianza” que tenía en ella al estar “íntimamente vinculada a su entorno familiar desde el inicio de la relación sentimental con su padre”.
Una vez en la finca, le causó la muerte y después lo desnudó y enterró junto a una alberca en el exterior de la finca, que cubrió con tierra y piedras.
A continuación guardó las ropas y se las llevó a casa de la abuela del niño, adonde acudió tras ser alertada por Ángel Cruz, el padre del niño, de la desaparición de Gabriel, esperando el momento oportuno para deshacerse del cadáver, según la Fiscalía.
El 3 de marzo, la acusada propició el hallazgo de una camiseta del niño para despistar a las fuerzas de seguridad y el 11 de marzo desenterró el cuerpo y lo metió en su automóvil para buscar un invernadero donde ocultarlo, hasta que fue detenida cuando intentaba acceder al garaje de su domicilio en Vícar (Almería), siempre según la versión del Ministerio Público.