BARCELONA, ESPAÑA.- Tras recoger el pasado sábado el premio Goya al Mejor Actor Protagonista, Antonio Banderas pasó este lunes por Barcelona camino de Estados Unidos, donde llegará esta noche, “relajado, porque no soy favorito”, confesó, para encarar la recta final de la carrera por el Oscar.
“Para que te nominen no basta con una buena interpretación, también hay que decir ‘quiero el Oscar’ y hacer promoción – explicó en dicha ciudad-, por eso es un milagro que esté nominado sin haber hecho apenas promoción porque estaba haciendo teatro en Málaga (España)”.
Antonio Banderas compite por el Oscar al Mejor Actor por “Dolor y Gloria” con rivales de la categoría de Joaquin Phoenix, Leonardo DiCaprio, Jonathan Pryce y Adam Driver.
“Tengo competidores que actúan en películas muy taquilleras y habladas en inglés, mientras nosotros tenemos un filme precioso pero pequeño y hablado en español, que no es el idioma principal de Estados Unidos, así que tenemos pocas posibilidades”, aseguró.
A pesar de todo, Banderas viaja esta noche a EEUU dispuesto a entrar en la maquinaria de las entrevistas y la promoción y “con muchas ganas de ver a mis hijos y pasarlo bien”.
El actor no ha entrado en el “juego de la carrera del Oscar” hasta ahora porque estaba haciendo “algo muy importante”: interpretar el papel de Zach en “A Chorus Line”, la obra con la que inauguró el Teatro del Soho de Málaga, su ciudad natal, y que el próximo 21 de febrero llega al Tívoli de Barcelona.
El cante y actor español Pablo Puyol le sustituirá a partir de ahora al frente del reparto porque Banderas estuvo sobre el escenario en Málaga “como reclamo”, pero el espíritu de la obra “exige que no la interpreten actores tan conocidos”.
Banderas eligió esta pieza para inaugurar el Teatro del Soho porque “es un musical que supuso un cambio de paradigma en Broadway, que dejó de contar la historia de un joven que logra triunfar para contar las historias de todos esos bailarines que nadie conoce, pero que son los que mantienen vivo el teatro musical”.
El Teatro del Soho es un proyecto muy personal de Banderas, que consiguió abrir el pasado mes de noviembre “tras 20 años soñando con hacerlo”.
Lluís Pasqual ha sido el director artístico de este sueño hecho realidad durante un año, hasta que la semana pasada anunció su dimisión en una carta.
“Poca gente lo sabía -relató Banderas-, pero desde el principio Lluís me dijo que me ayudaba en el parto y es lo que ha hecho”.
“Me ha echado una mano para arrancar y me ha presentado gente que son mi actual equipo de dirección y con los que voy a seguir trabajando”, añadió. De todos modos, “Luís Pasqual no se va – puntualizó- porque vendrá como director de escena”.
Para Banderas la vuelta al teatro ha sido “una gran satisfacción” que tiene mucho que vez con las cosas que le han pasado en los últimos tres años y que le han cambiado “profundamente”.
Tras el infarto que sufrió hace exactamente tres años y dos días, el actor confesó que se ha vuelto “más simple” y solo se preocupa de lo que hace en cada momento, “sin pensar a dónde te lleva cada decisión”.
“El infarto fue una experiencia profunda y muchas de las cosas que han quedado dentro de mí están en la película de Pedro Almodóvar, porque él las vio”, reveló.
En esta nueva etapa de su vida, Banderas se ha acercado al teatro porque es “un arte efímero que se queda en la memoria y que va a contracorriente en un mundo en el que parece que las cosas que no quedan grabadas no existen”.
“El mayor enemigo del éxito es la ansiedad por alcanzarlo, por eso estoy convencido de que si te relajas y vives las cosas con más sencillez y tranquilidad, todo va a ir bien”, auguró.