República Dominicana. Un Estado social, democrático y de derecho, que otorgue Bienestar social a sus ciudadanos, solo es posible cuando un país logra desarrollar una economía con la suficiente productividad para ser competitiva en el mercado internacional, en el marco de un mundo cada vez más globalizado y más interconectado.
Pero para lograr este anhelado Estado de bienestar es imprescindible contar con una Administración Pública, transparente y eficiente.
Por eso llena de esperanza a algunos y de angustia otros, la declaración del designado ministro administrativo de la presidencia, José Ignacio Paliza, de que la eliminación de la Oficina de Ingenieros Supervisores de Obras del Estado (OISOE) es sólo el inicio de la reestructuración de otras instituciones del estado para garantizar un gobierno eficiente.
El dispendio, el gasto suntuoso, los privilegios, las botellas, las nóminas abultadas, la sobrevaluación en las compras, la corrupción y la impunidad, definen la cotidianidad del Estado dominicano. Una corrupción sistémica que debemos erradicar si queremos acabar con la exclusión social y económica.
Ha llegado el momento de realizar una reforma del Estado para eliminar instituciones que ya no tienen razón de ser y que siguen ahí para pagar deudas políticas.
En la campaña electoral Presidente electo Luis Abinader, sostuvo que una adecuada reforma del Estado que mejore la calidad del gasto contribuye a dignificar al empleado público, “no habrá nadie cobrando sin trabajar, y vamos dignificar al empleado público otorgándole un mejor salario, los médicos, las enfermeras, los profesores y los policías, no tendrán un salario de vergüenza.” Asevero el presidente.
Ojala que así sea, pero no debe olvidar, que hasta los que tienen botellas, también tienen derechos y la modernización del Estado no se puede cimentar sobre el hambre del dominicano.