“El Covid19 sigue dejando su rastro de dolor y muerte. El microscópico ser ha cortado las valiosas vidas de muchos. Hoy recibí noticia del triste deceso del abogado Prandy Pérez, un caballeroso, afanado y dedicado litigante. Dió sus últimas calidades un día previo a la virtualidad”. (Twit).
Cada vez que fuerzo a la mente para recordar un hecho relacionado con alguna audiencia, de forma obligada me veo antes entrando a la sala de audiencias. Un poco del entorno previo, las personas en derredor y luego busco el hecho necesitado. Por ello muchas de mis narraciones situacionales inician con la expresión “al entrar en la sala de audiencias”, algo que ya parece lejano.
Mi ejercicio profesional está cargado de anécdotas, por ello solo debo procurar precisar el momento exacto para hacer una extracción de las mismas.
Hoy fui informado de la triste partida, del luctuoso fallecimiento, de uno de los abogados más caballerosos que he conocido, el Dr. Prandy Pérez, que con su esposa Ana Hilda Nova conformó un dueto de litigantes consortes muy bien aceitado y exitoso.
Con ellos y con otros ilustres abogados como Duarte Canaán, Rigoberto Rosario, José Fis, Ernesto Féliz, Adolfo Pérez Sánchez, entre otros, compartimos estrados constantes durante los últimos cinco años, y de Prandy, que distaba en apariencia de su conducta apacible y cortés, pues era un hombre fornido, acorazado, de manos grandes y fuertes, de voz potente, grave y ronca, de espalda ancha y hombros de levantador de pesas, una especie de tanque de guerra humano, pero de hablar pausado, de trato afable, dulce y cariñoso, me llevo un gran recuerdo. Un buen hombre, un buen ejemplo de padre y esposo, y debo suponer que de hijo, y en definitiva ejemplo de amigo.
Es extraño pensar que un microscópico ser pudiera vencer a ese hombre que simulaba una montaña, una roca poderosa y resistente, los seres humanos podemos tener diferentes presentaciones externas pero al final somos de la misma esencia.
La dispersa y contradictoria y divagante comunidad jurídica debe estar llorosa por la muerte de este hombre que todos los días, por más de treinta años, y hasta la llegada de la maldita pandemia que le robó la vida, vistió con honor la toga y el birrete llenando de orgullo a su profesión y a su bien formada familia.
Descansa Paz Prandy Pérez, fuiste un gran ejemplo, y te digo en tu último día sobre la tierra a la caminaste con hidalguía y bondad, que tu ejemplo no te acompaña al hades, se nos queda para referenciar lo que es digno de hacer. Dios te conceda mejores días y te brinde descanso por siempre. Me siento orgulloso de haber compartido estrados contigo. Adiós. Yo te recordaré “al entrar a la sala de audiencias”.