REFLEXIONES EN TRANSICION
Por: José Francisco Peña Guaba
Las medidas adoptadas en todo el mundo para hacer frente a la pandemia de Covid-19 provocarán un alud de nuevos pobres. Millones de personas caerán en la pobreza o en la pobreza extrema, debido al cierre o las dificultades extraordinarias que supone la pandemia para el habitual desarrollo de las actividades comerciales.
La subsistencia de grandes grupos de población se ve seria y gravemente comprometida, dado que su sobrevivencia es altamente dependientes del contacto directo y la cercanía personal entre oferentes y demandantes de servicios y bienes. Las actividades económicas se encuentran negativamente impactadas por la pandemia, en diversas formas.
No es de extrañar que la Comisión Económica para América Latina calcule en 13.5% la tasa de desocupación regional, con 45.4 millones de nuevos pobres en todo el continente, elevando el total de pobres de 185 millones en 2019 a 230.9 millones en 2020, un incremento de casi 38% de la pobreza.
¿Cuáles medidas han tomado en todo el mundo para evitar los negativos presagios para el desarrollo generados por la pandemia de Covid 19? El tema puede enfocarse desde dos vertientes: la cita de las medidas económicas asumidas por diversos países, de un lado, y la orientación política para las medidas de recuperación. Se citarán algunas medidas, con carácter general, y se entrará de lleno en el segundo aspecto.
Probablemente una de las medidas económicas más frecuentes en todo el continente, y en el mundo, sea la de activar seguros de desempleo para proteger a la clase trabajadora que debe cesar las actividades formales. Este seguro de desempleo es un mandato de optimización determinado por el artículo 50 párrafo II transitorio de la Ley de Seguridad Social número 87-01.
Eso significa que desde el año 2001 el Consejo Nacional de Seguridad Social, en coordinación con el gobierno, empleadores y trabajadores debieron promover en plazo de 18 meses la creación del Seguro de Desempleo… y no lo han hecho en 19 años.
Por tanto, aunque en varios países se apela al seguro de desempleo (lo que descarga parte de la carga financiera estatal a los trabajadores en el sistema previsional), en el caso dominicano esa medida no ha podido tomarse, lo que en realidad es parte de las justificaciones para crear programas sociales de apoyo a desempleados.
Ha hecho lugar común en España, Argentina, Chile, Ecuador y España poner en vigencia bonos de protección familiar; la postergación de pago de servicios para las familias (como en El Salvador, que difirió el pago de facturas de servicios de todo tipo y la exención de impuestos al valor agregado durante la pandemia) y para las pequeñas empresas (como en Chile, que postergó el pago del impuesto sobre la renta y de los impuestos en general, a favor de sociedades comerciales con ventas menores a suma determinada).
La reducción de las retenciones hasta la exención de impuestos se utiliza en varios formatos, incluyendo reducción del impuesto sobre la renta (en Colombia), la votación de una ley especial de desgravación fiscal, reducción de hasta 75% en la base impositiva mínima del seguro de salud, exención del IVA para todos los productos de la canasta familiar, reducción de impuestos en pasajes aéreos y cuotas impositivas pagaderas en cuotas si las empresas reportan ganancias mínimas (en Costa Rica).
Se ha suspendido totalmente el término de pago de determinados tributos (en Italia, donde también se suspendieron los pagos a la seguridad social, las primas del seguro obligatorio de salud, el pago en cámaras de comercio y los pagos de toda clase de tributos al sector turístico, entre otros).
Cualquier lista de medidas, sin embargo, estaría incompleta sin una reseña de políticas económicas que deben asumir los gobiernos. El Banco Mundial ha recomendado que los responsables (públicos) de las políticas de recuperación deberían considerar un programa mínimo de recuperación económica en dos fases, la primera de ellas identificando todos los proyectos y programas que puedan resultar atractivos por sus características de estimulo a corto plazo … pero que resulten perjudiciales a largo plazo. En este caso, esos programas no serían implementados.
Luego, en una segunda fase, se establecerían las prioridades para los proyectos restantes, identificando los mejores programas en cada clase. Esto significa que se deberían preparar una lista de verificación de la sostenibilidad para evaluar las intervenciones de recuperación económica en la que se concreten:
Consideraciones a corto plazo (6-18 meses) sobre programas con impacto en el empleo (si un programa determinado crea empleos a corto plazo, cuántos, si se pueden aprovechar esos nuevos empleos mediante habilidades similares a las existentes o ya desarrolladas por los trabajadores y el grado de inclusividad de género que supongan.
Verificación de impacto de los programas en la actividad económica, en general, considerando el efecto económico previsto de la intervención específica que se proponga, para determinar si aumenta o no la intervención de bienes y servicios externos que supongan impacto en utilización de divisas y apoyen la demanda.
Asimismo, los planificadores de políticas de recuperación deberían verificar la oportunidad y el riesgo de asumir medidas económicas a propósito del Covid 19, incluyendo considerar el tiempo que se tardará en aplicar la intervención y la cantidad de puestos de trabajo que pueden crearse y la creación de un plan de gestión para restablecer medidas sectorizadas de contención de la pandemia.
A largo plazo se ha sugerido a los planificadores económicos comprobar el impacto de las políticas de recuperación en el impacto que supongan sobre el capital humano y social, las tecnologías, el capital natural y cultural, el capital físico, advertir las deficiencias fundamentales del mercado y la resiliencia o capacidad de adaptación.
En resumen, se observa que las medidas de recuperación económica implementadas por diferentes países y las sugerencias del Banco Mundial abarcan dos escalas de tiempo, a corto y a largo plazo, las primeras tendentes a la creación del mayor número posible de empleos, de ingresos y de demanda económica y la segunda, sobre las necesidades a largo plazo para lograr sostenibilidad de las medidas.
De esta forma, las medidas a corto plazo pasan por la creación de empleo, el impulso a la actividad económica (centrada en el efecto multiplicador económico de cada intervención), la oportunidad y el riesgo de los proyectos (en términos de generación de estímulos económicos generales y empleos).
A largo plazo las políticas de recuperación deberían considerar el potencial de crecimiento y algo que resulta particularmente importante en nuestra opinión: se debe fortalecer la capacidad social e individual de resistir eventos similares a la pandemia de Covid 19.
Algunas de las estrategias implementadas para proteger las economías no son, inicialmente, de carácter económico: en este momento resulta imprescindible orientar todos los esfuerzos nacionales a la obtención de una vacuna.
Es necesario, prioritario y urgente entrar en programas de vacunación con alguna o algunas de las vacunas en prueba en todo el mundo. China acordó la vacunación de prueba del personal médico brasileño. Las vacunas rusa, inglesa y estadounidense entrarán a pruebas masivas o ya están finalizando esa etapa.
No existen, por tanto, razones de peso para no proceder de inmediato a contactar esos países y sus desarrolladores de vacunas para, cuando menos, proteger al personal sanitario nacional. Si perdemos ese recurso, cuya importancia no parece estar siendo adecuadamente valorada, perdemos la batalla contra el Covid.
Por ello todas las sugerencias de incorporación de los estudiantes de ciencias de la salud a la operatividad diaria anti Covid no debe echarse en saco roto.
Y los esfuerzos nacionales deben concentrarse rápidamente en encontrar una fórmula viable para que la República Dominicana pueda financiar la vacunación cuando menos del personal directamente implicado en la lucha contra la pandemia, incluso de toda la población si fuera posible.
Y esta realidad deriva en el reconocimiento de otra realidad frecuentemente contenciosa: en lo inmediato deben no solamente cerrarse las fronteras, sino además gestionar un esfuerzo coordinado de sanidad con las autoridades haitianas. No existe ninguna formulación posible de cierre de fronteras que pueda evitar el colapso del sistema nacional de salud si la pandemia se incrementa en el lado Oeste de la isla.
Además, si alguien está pensando que este será el único y último evento sanitario traumático para las sociedades humanas, ese alguien está completamente equivocado. Dado que es ahora o nunca, es preferible comenzar ya.