Marco de Referencia
El socialismo es ideológicamente la antítesis del neoliberalismo, pues profesan formar antagónicas de concebir la administración del Estado y la aplicación de políticas económicas.
Sin embargo, en los últimos tiempos el socialismo ha perdido terreno, y su lugar lo ha ocupado la doctrina socialdemócrata como alternativa diferente al liberalismo democrático.
De acuerdo con David Harvey en su libro Breve historia del neoliberalismo, “la teoría neoliberal plantea que el Estado es incapaz de prever el comportamiento de la economía y de evitar que “poderosos grupos de interés distorsionen y condicionen estas intervenciones estatales. Es decir, el neoliberalismo se justifica en el argumento de que el intervencionismo favorece la corrupción”.
“El único papel del Estado en la economía, debe ser crear un marco jurídico que favorezca el mercado y limitarlo al propósito del crecimiento empresarial privado, con base en el estímulo y arbitraje de la competencia”.
En consecuencia, los neoliberales apoyan las políticas de privatización de las empresas del Estado.
“La socialdemocracia moderna se caracteriza por un compromiso con políticas destinadas a reducir la desigualdad, la opresión de los grupos desfavorecidos y la pobreza, incluido el apoyo a servicios públicos universalmente accesibles como atención a personas mayores, cuidado infantil, educación, atención médica, la vivienda, la energía, el agua potable y de todos los servicios fundamentales y catalogados como de seguridad nacional”.
En consecuencia, los socialdemócratas están en contra de las políticas de privatización de las empresas del Estado.
El Partido Revolucionario Moderno (PRM), acogió la socialdemocracia como su paradigma político e incluso es miembro de la Internacional Socialista.
Por tanto, no comprendemos porque razón ha surgido la idea de parte de los actuales funcionarios palaciegos de privatizar El Metro, OMSA y el Teleférico, ósea el transporte público.
También se acaricia la idea de vender las acciones de Punta Catalina, ósea privatizar la energía eléctrica.
Y surgió descabellado rumor de privatizar el agua, la educación y los hospitales.
Esas no son políticas publicas de corte socialdemócrata, eso es puro capitalismo salvaje como dijo en una ocasión en Papa Juan Pablo II, para señalar una serie de “fenómenos de marginación y explotación en los países más pobres del mundo” como secuelas de las políticas de privatización impulsadas por las ideas neoliberales.
Pero si tomamos la experiencia dominicana, el proceso de privatización impulsado en la década de los años 90, podríamos aseverar que sus resultados han sido negativos.
Las áreas privatizadas fueron las de energía eléctrica, ingenios azucareros, empresas de distintas áreas agrupadas en CORDE, los hoteles estatales y los principales aeropuertos del país.
Casi todos estos procesos de privatización y/o capitalización, resultaron ser onerosos para los intereses del país.
Se vendió la idea de que a través estos procesos llegarían inversiones de recursos frescos, que desaparecerían los subsidios millonarios y se garantizarían mejores servicios a la ciudadanía.
En la práctica ocurrió todo lo contrario a lo prometido, es por eso que algunos economistas han expresado su desconfianza a la denominada Alianza Público-Privada que impulsa el actual gobierno.
Y por supuesto, por estas mismas razones es que al unísono, la sociedad dominicana rechaza la pretendida privatización de los servicios básicos de debe brindar el Estado, no el sector privado.