Valentín Medrano Peña.

Adiós campeón.

“El campeón perdió su última batalla, con la satisfacción de ser muy humano en la derrota. Nadie ha ganado la batalla de la vida, sucumbimos ante la parca. Jack Veneno fue su antítesis. Fue antídoto para el desconsuelo y la frustración. Sirvió esperanzas, alegrías y orgullo. EPD”. (Twit).

Era Sábado, pasado el mediodía, aunque entonteces no entendía ni una cosa ni la otra. Las personas se amontonaban desde temprano en mi realidad de temprano de entonces, lo que debió significar al rededor de las diez de la mañana.

Vivíamos en una esquina formada por las intercepciones de las calles G y K nombres propios del abecedario designador de vías de un pueblo sin historias importantes, sin héroes por los cuales nombrar sus arterias transitadas.

Teníamos en casa una de los pocos aparatos televisores de la comunidad, y por ello la aglomeración sabatina. Hoy, como todos los Sábados, el campeón de la bolita del mundo, lucharía por el pueblo y con el pueblo de su parte.

El espectáculo de la lucha libre convocaba a miles, nuestra casa solo podía albergar a unos cuantos que ocupaban cualquier lugar posible entre el piso, algún mueble, las sillas del comedor y las dos mecedoras de la casa. No dejaban lugar para los niños, que medio cuerpo desnudo, pantalones cortos y descalzos, se posaban frente al televisor a ser testigos de la historia de triunfo del campeón, el dueño absoluto del apoyo popular, de los corazones que sufrieron cada herida sangrante de su frente ya afectada.

Y luego el griterío en las calles. Ganóooooo. Viste? Lo
Sujeto así y luego la llave la polémica, y una patada y lo plachó. Palabras que solo significan para nosotros. Los de esos tiempos. Los niños tratábamos de imitar sus movimientos, nos sentíamos Jack, los hijos de Jack. Campeones de nuestras realidades. Vencedores de amarguras, con las manos victoriosas levantadas. Ganó, ganamos.

Mucho tiempo ha. Muchas lluvias, muchos cambios, a muchas ropas de distancia, a muchos aromas replicados, el campeón salió a pelear la batalla más importante, ni Rick Flaire, ni Relámpago Hernández, ni Vampiro Cao, serían sus contrincantes, y en su esquina todo un pueblo agradecido dispuestos en ruegos para que saliera victorioso.

Pero nadie sale victorioso de la vida. Hay que perder para ganar, aún dando su mejor batalla, como la dio, era menester morir para vivir. Y el campeón de la bolita del mundo ganó su última pelea. Ganó la otra vida perdiendo la que nos dio. La vida que agradecemos y que nos marcó.

En paz descanse el campeón más sólido, el de la bolita del mundo.

Jack, el veneno no fue tal, no fue tóxico, fue antídoto que prendió en esperanzas y que sembró alegrias.