Niños y adultos son atendidos emocional y físicamente diariamente.
Mario Antonio Lara Valdez
En mi visita a la Asociación Dominicana de Rehabilitación, lágrimas desean salir al ver tantos casos de niños y adultos con alguna discapacidad en la cual puedo verme reflejado o alguien cercano, pero si no existiera esta institución nuestra realidad fuera desgarradora.
Sentado esperando mi turno por un dolor en mi hombro izquierdo, pude ver una niña… Su nombre es Gabriela, estaba en su coche sonriente, cuyo cuerpo no responde y su joven madre contemplativa reflexiona que es y será su única hija , pero que gracias a Dios su Gabriela superará esta parálisis leve para ser como las demás niñas de su edad .
Janiel es otro niño que conocí, conversé con su madre y ella me explica eliminó chancletas y tenis para que Janiel solo utilice zapatos ortopédicos y así pueda caminar correctamente.
Braulio es un adulto mayor simpático y con fuerza interna , ya que desea recuperar su vida tras sufrir una parálisis severa corporal.
Pero luego converso con un comerciante de Cristo Rey que tiene su madre recibiendo atenciones para colocarle su prótesis en su pie derecho luego de una amputación y sonriente me informa que su madre está feliz porque podrá volver a caminar .
Y yo me pregunto…
¿ Que pasaría de no exitir nuestra Asociación Dominicana de Rehabilitación, llenando un gran vacío que nunca el estado dominicano ha podido hacerlo en estas realidades que no tiene edad ni clase social ?
Tenemos que invertir más en humanizar nuestra salud, pero también realizar de manera permanente jornadas psicológicas a padres y familiares que tienen casos que requieran rehabilitación.