REFLEXIONES EN EL CAMBIO #53
Por: José Francisco Peña Guaba

Lo primero que tenemos que reconocer es que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) es el mismo Partido Revolucionario Dominicano (PRD) con nuevas siglas. Lo expresamos así porque el PRM le trasladó la casi totalidad de la dirigencia y militancia al PRD y hoy ambos partidos tienen un mismo líder histórico, el doctor Peña Gómez.

La historia del PRD es la crónica misma de la división, porque desde su fundación en el exilio, en la hermana República de Cuba (en 1939), esa organización tiene dentro el germen de la desunión. Como prueba palmaria de lo que digo solo hay que ver que los tres representantes que el 5 de Julio de 1961 llegaron a construir el PRD en la República Dominicana, don Ángel Miolán, Ramón A. Castillo y Nicolás Silfa, al poco tiempo ya se habían separado del partido de la esperanza nacional.

En el PRD siempre hubo varios perredés en cada tiempo histórico. Los hubo de diferentes maneras y formas, por razones ideológicas, grupales o de clases. Lo que sí tenemos que aceptar es que eso siempre era común entre los blancos.

Mi padre, aprovechando los nuevos aires democráticos europeos, trajo y auspició la creación de las “tendencias”, que no eran más que equipos electorales internos de apoyo a un precandidato presidencial. Si bien es cierto que las mismas fortalecieron al “buey que más jala” en términos de membresía, no es menos cierto que las mismas terminaron haciéndole tanto daño que se auto destruyeron, algo así como decir que “la táctica se comió la estrategia.”

La muestra más palpable de que siempre hubo al menos dos perredés es que, cuando el partido ganaba las elecciones, coexistían uno en oposición y otro en el gobierno. Solo hay que hacer un poco de memoria para, siendo objetivo, mirar retrospectivamente lo sucedido. Veamos:

1-     En el 1963 Don Juan Bosch se había peleado con Don Ángel Miolán y con el doctor Washington de Peña, dos de sus principales y emblemáticos dirigentes. Bosch había ordenado el cierre de los locales del partido para convertirlos en escuelas, pero poco después una parte importante del partido, disgustado con su propio gobierno, no reaccionó ante el golpe de Estado contra el profesor Bosch, de manera que la asonada militar tomó al partido abatido y en fricción interna. Por eso, llegado el momento de defender su gobierno, no pudo actuar.

2-     El binomio Antonio Guzmán y Jacobo Majluta habían ganado las elecciones en el 1978, pero las confrontaciones con el líder del partido, la determinante influencia del denominado “grupo de Santiago” y los incumplimientos a los abnegados dirigentes, creó un desánimo general en las bases que fue aprovechado por el doctor Salvador Jorge Blanco, quien en una convención interna donde se le dio una participación de 13 miembros con derecho   a voto por cada comité de base (mecanismo de elección interna  que se conoció en ese entonces como la “ Fórmula Ovalle”, porque esa propuesta fue hecha por uno de los dirigentes más queridos por la militancia, mi buen amigo José Ovalle), barrieron con la fórmula del gobierno y convirtieron a Salvador en el abanderado del partido del “jacho prendió.”

3-     Llegado Salvador Jorge Blanco al poder se reiteró idéntica situación. La participación de importantes amigos de Santiago y del sector externo de Jorge Blanco, denominado la “avanzada electoral”, creó gravísimas diferencias con las bases del partido y, aunque en ese cuatrienio se respetó el liderazgo del doctor Peña Gómez, el sectarismo se hizo presa de los grupos y se dividieron las simpatías mitad-mitad. Aunque el gobierno decidió apoyar al líder como candidato presidencial, Jacobo Majluta se había convertido en la principal oposición al gobierno y las diferencias hicieron implosionar al partido, lo que le abrió de par en par las puertas al doctor Balaguer para que volviera al poder en el 1986.

4-     Aunque no se produjo una división real en el PRD en el cuatrenio 2000-2004, la repostulación de Hipólito Mejía en medio de las peores condiciones económicas de la nación, por la crisis bancaria y por haber roto la prédica anti-reeleccionista del líder, restaurando constitucionalmente la relección después de que se hubiera prohibido en 1994 con el pacto por la democracia entre Balaguer y mi padre. Esas circunstancias crearon un frente contrario a los intereses continuistas del gobierno de turno, encabezado por el presidente del PRD Hatuey Decamps, que astilló la nave perredeísta, la cual, haciendo aguas, le abrió las puertas al poder al PLD y a su candidato Leonel Fernández.

Ese error estratégico de la dirigencia blanca fue catastrófico, porque ni ellos se imaginaron que el peledeísmo se quedaría ininterrumpidamente 16 años en el poder, y si no llegaron a 20, no lo duden, fue por la división Danilo-Leonel.

El reto de la dirección perremeísta y del Presidente Luis Abinader es evitar a toda costa retornar a los mismos caminos de división constante del PRD. A mi modesto parecer, deben tratar de hacerlo rápido, porque “se oyen tambores que llaman a los soldados al combate” y el posible conflicto puede estar convirtiendo algunos en generales.

Sin que se piense de modo alguno que busco atizar diferencias entre compañeros, el hecho de que en el gobierno actual estén grandes amigos nuestros, muy peñagomistas por cierto, me hace ser cauto, prudente y solidarizarme con la gestión gubernamental, para que Luis y los demás lo hagan bien, para que se borre del imaginario popular el criterio de que “los perredeistas no saben gobernar.”

Cómo los consejos en privado la más de las veces no se escuchan, me veo obligado a dejarlo sentado en este escrito, con toda la mayor buena fe, satisfecho si se pudiesen tomar en cuenta algunas de las consideraciones que expongo, que no son precisamente mías, son de la gente y de la propia base que los llevo al poder. Solo me convierto en mensajero de sus opiniones:

1-     La dirigencia y militancia mayoritariamente están afuera del gobierno y no entienden razón alguna por ello, aunque creo que, en parte, el gobierno no tiene culpa por eso, debido a que se trata de derechos adquiridos de los actuales empleados públicos, lo que ha dificultado el ingreso de la base perremeísta al gobierno.

2-     Están disgustados por ver hoy en el gobierno tantas caras que no estuvieron en ese trajinar de largos años de oposición. No hay cosa que “encuerde” más a un perredeísta (hoy perremeísta) que “los blanquitos de la oligarquía”, de la sociedad civil y de los nuevos “popis” quitándole sus espacios y eso le hace recordar a los viejos partidarios al grupo de Santiago y a la avanzada electoral.

3-     Los perremeistas están disgustados porque en los pueblos siguen mandando los peledeístas, mientras ellos sienten que se les ha quitado autoridad a su dirigencia local.

4-     Peña Gómez le metió en la sangre a los perredeístas (hoy perremeístas) una prédica contra la oligarquía y la derecha que los hace sentirse orgullosos de ser de “centro izquierda” y, cuando se toman acciones muy conservadoras, pro empresarios o muy genuflexas al imperio, no lo entienden porque es contrario a su “ADN político.”

5-     La sociedad civil y los perredeístas (hoy perremeístas) nunca se han llevado bien, esos pleitos son sempiternos. El líder mandaba a sus representantes a que hicieran partidos si querían poder, porque se sabía “desde siempre” que asaltaban los espacios de gobierno con el menor esfuerzo, en algunos casos sin buscar un voto. Reconozco. sin embargo, que las cosas hoy han cambiado: las redes sociales los han visualizado y hoy no se puede prescindir de los representantes de la misma.

6-     Desde siempre los perredeístas no han tratado bien a los aliados. Cuando han llegado al poder, solo Peña Gómez los valoraba, y por eso tenía una alianza de fieles grupos que siempre le apoyaron.

En eso Balaguer y sobre todo los peledeistas, fueron magos, dándoles importantes cuotas de empleos a sus aliados.

Luis Abinader y su grupo cercano de colaboradores no deben de cometer el error de subestimar lo que está pasando actualmente en el PRM. Eso hicieron los otros en el ayer y ahí están los resultados. Tienen que buscar fórmulas de unidad, integración y participación para que el liderazgo se sienta parte del poder, porque son las coyunturas las que hacen los candidatos. Sería tonto no entender que el ejército de los que estarán afuera será muchísimo más numeroso que los que están adentro. Las experiencias pasadas demostraron que el PRD –OPOSICIÓN, en los tres cuatrenios (78-82, 82-86 y 2000-2004) le ganó al PRD-GOBIERNO, habida cuenta los resultados tangibles: Jorge Blanco le ganó desde abajo a la “Unidad de Acero” de Guzmán/Majluta; Jacobo terminó en el 1986 como candidato presidencial frente al “salvabloque” y Hatuey auspició la salida de Hipólito del poder en el 2004.

Subestimar hoy a tres hombres brillantes que están recogiendo el apoyo producto del disgusto de la base es una sinrazón, porque esos, al igual que muchos otros, se han ganado estar en el más alto nivel del gobierno, como el que más. El ingeniero Ramón Alburquerque, el doctor Eddy de Jesús Olivares y el doctor Guido Gómez Mazara. Si fuera mía la decisión acordará con estos y los entrara de inmediato al tren gubernamental, dándoles, en adición, la responsabilidad de ser interlocutores con la dirigencia y con la base del partido, porque para el PRM, para el Gobierno, en la necesidad de hacer una buena gestión y para las batallas que le esperan a Luis para el porvenir, su principal ayuda lo será definitivamente la unidad.