REFLEXIONES EN EL CAMBIO #67
José Francisco Peña Guaba

Sé que con este tema crearé un torbellino de críticas y comentarios, reconociendo que no soy experto en el tema más bien profano pero, expondré experiencias de todo lo que he visto que pasa en nuestra sociedad, la misma que deseamos e insistimos en idealizar aunque siendo sinceros no es la real, cada nación tiene sus particulares tintes, y sus ciudadanos tienen especiales o peculiares comportamientos, los dominicanos tenemos el nuestro, propio de nuestra idiosincrasia, que está en nuestras raíces, en nuestra sangre, en nuestra cultura, en la original forma de ser, de actuar y de ver las cosas.

Me duele reconocerlo pero, no somos la panacea de ciudadanos que muchos ilusos desean retratar de los que habitamos en nuestro país, porque como me expresaba mi estimada amiga Angelita de Vargas: “somos la expresión viva de cómo son nuestras gentes, porque es difícil buscar integridad donde casi no la hay, porque se ha convertido en un artículo de lujo casi inexistente, así es la corrupción, parte de nuestra cultura de antivalores que está “in crescendo” en la sociedad desde tiempos inmemoriales”.

Son muchas las taras que nos unen al subdesarrollo como: la falta de ética, el oportunismo, la ligereza moral de muchas de nuestra mujeres que auspicia la prostitución, la proclividad a la vida light que en teteo’ particulariza rasgos de una juventud en nuestros barrios, donde crece la adicción al alcohol y a las drogas, igualmente el impulso a la violencia en desconocimiento de las normas básicas de convivencia de una moral y cívica que simplemente ya no existen.

Somos hoy la “sociedad del pragmatismo” del hecho cumplido y del realismo de una vida diaria que para entenderla hay que comenzar por reconocer que el que no nació con apellidos ni fortuna la existencia misma se le vuelve su principal problema, porque sus necesidades básicas son su primordial dolor de cabeza y el de la mayoría de nuestro pueblo. Porque comer, dormir en paz en su cama, tener un techo y servicio de salud, con acceso a medicamentos se ha convertido en toda una odisea donde hasta para tomar agua purificada ¡hay que buscar hasta 80 pesos para comprar un botellón!

Siempre he dicho que la corrupción es sistémica, endémica, cultural y familiar, porque precisamente ahí es que inicia, como los casos anticorrupción: coral, antipulpo etc., donde se demuestra lo que he venido diciendo insistentemente, que donde menos patrimonio hay producto de la corrupción es en los auténticos cuadros políticos, puede nuestro admirado, eficiente y honesto Ministerio Público, realizar mil operativos de anticorrupción, y se darán cuenta que los dueños de las grandes fortunas de la corrupción son: empresarios, lobbistas, contratistas, técnicos, intermediarios, familiares, amigos y hasta amantes de los funcionarios.

Pero, no es que los serios son los políticos, tal vez no lo seamos, ahora somos los que tenemos “empatía y responsabilidad social” lo que nos vincula permanentemente a nuestras militancias partidarias, y al pueblo, les abrimos nuestras oficinas y casas para darles respuestas a todos sus requerimientos, lo que nos impide tener grandes patrimonios, por eso cuando buscan haberes o grandes fortunas a los verdaderos cuadros políticos, la más de las veces no las encontrarán, porque la mayoría de lo que gestionan no es para sí mismo sino para la gente.

Existe en la corrupción y no solo en el exclusivo caso dominicano “un código del silencio” que en mi criterio particular es lo que afecta a la mayoría de los políticos que han ocupado altos cargos públicos hasta la presidencia misma, sé que es así porque conozco de primera mano casos en la gestiones de Balaguer, Salvador, Leonel y estoy seguro que también en las gestiones de Danilo Medina.

Explicaré de la forma en la que sé cómo ocurre sin palabras rebuscadas, tal y como lo conozco en el “decálogo del silencio de la corrupción” no hay nada de ficción en una realidad que espanta:

Inicio con decir que se ha comprobado que hasta en los países desarrollados existe “el código del silencio”, por ejemplo en los Estados Unidos en lo que denominan “el muro azul del silencio” que es una regla no escrita existente entre los oficiales de la policía para no informar errores, malas conductas, arrestos discriminatorios, acoso físico y verbal, entre otras indecorosas acciones que los llevan hasta el “perjurio policial” donde hasta se inventan historias para protegerse recíprocamente, aunque no es corrupción administrativa de lo que hablamos, este caso lo usamos como referencia para indicar que la “protección y combinación no solo existe en las mafias organizadas” lo que demuestra que no es obra únicamente de nuestra sociedad.

Existe en nuestra sociedad con ahínco e interesado ese muro del silencio, que llama a los ciudadanos a no meterse en lo que no nos importa, y mucho menos sobre los temas delicados de la corrupción, ¡simple! porque los que organizan los entramados casi nunca son extraños a los jefes o incumbentes, porque son los cercanos: compañeros, amigos y familiares los que más se aprovechan para beneficiarse de la relación, y para agenciarse recursos las más de las veces a espalda del jefe, ustedes se preguntarán ¿si esto es realmente posible? ¡claro que sí! ese ha sido el pan nuestro de cada día en las instituciones públicas.

Sé que muchos como en el ayer esto les pasó a otros gobernantes, alguien llamó y le preguntó a Danilo previamente ¿si él autorizaba la asignación de millonarios contratos a cercanos o a familiares? ¿él los envió con órdenes expresas para que se los dieran? honestamente lo dudo, ahí entra el “código del silencio de la corrupción” nadie pregunta, unos porque son parte del entramado corruptor y reciben sus coimas, otros porque no les conviene preguntar, porque le es más fácil acomodarse en el hecho de saber culpable a alguien del entorno presidencial y otros por miedo, porque aunque tienen dudas de la pertinencia o de la autorización del jefe, no se atreven a indagar por temor a caer en desgracia.

En países como los nuestros donde es más fácil aceptar que preguntar, asumir que discernir, hacerse el que no vio que indagar, son los responsables de hecho de la ejecución de los actos de corrupción, porque es mejor estar en la zona de confort de la aceptación e inculpación ajena, que preguntar aunque se tenga confirmadas dudas, me pregunto, cuando le dieron los contratos multimillonarios a familiares y amigos cercanos al Presidente Medina:

¿Alguien le llamó previamente a él para advertirle? estoy casi seguro que no, ¡simple! porque es más fácil y más conveniente asumir su complicidad y tomar lo que le toque que averiguar, no vaya a ser que por andar investigando las mafias que se arman detrás de los actos de corrupción se enteren y lo fulminen, porque es dificilísimo llegarle directamente a los jefes sin utilizar a intermediarios (que casi siempre están comprometidos), que si saben para lo que es, muchas veces bloquean que les llegue las informaciones, no tal vez porque esté involucrado en ese caso en cuestión, sino por reciprocidad para que no le investiguen lo de él, ni le saquen a la luz “sus propias travesuras” y ahí volvemos al círculo vicioso de la corrupción y del silencio que arropa a los que mandan.

Vamos a negar que existen compañeros, amigos o familiares que son enviados por los jefes o incumbentes o hasta presidentes para colaborarles, ¡claro que sí!, ahora ¿esas sugerencias son órdenes para que se armen con ellos estructuras mafiosas en las instituciones?, ¡claro que no!, pero, es más fácil interpretar que sí, para buscar una excusa o mejor dicho un escudo para recibir con cierto nivel de protección su parte económica del entramado de la corrupción, por eso es que los incumbentes de las instituciones le es más viable aceptarles comisiones a los cercanos del palacio que a uno sin vínculo alguno con las alturas, porque a la hora de los problemas a ellos hay que buscarles también protección porque lo que hicieron fue colaborar con los del anillo palaciego.

Me pregunto con ese sentido práctico del dominicano de saber dónde dice “peligro” quien osa indagar si es verdad que a los familiares, compadres, íntimos amigos y mucho menos de una novia o amante (quién es el valiente que cuestiona algo de la mujer con que se acuesta el jefe), de los incumbentes o del presidente mismo si tienen su autorización para éste o cual beneficio, contrato o pago, ¡pues no lo duden! nadie pregunta aunque estén convencido de lo contrario.

En un país donde casi todo el mundo se la busca para sobrevivir, a nadie le interesa saber lo que no es de su incumbencia, por eso es que de las infidelidades el último que se entera es el marido, cuando ya lo sabe medio barrio, así las más de las veces es lo que les pasa a los funcionarios y presidentes que se enteran de los problemas “cuando ya son hechos casi públicos” porque la complicidad les impide enterarse antes, cuando alguien ya finalmente les informa es porque el problema está “al doblar de la esquina”.

El código del silencio hace que los incumbentes se enteren cuando ya es casi público el problema en cuestión, porque todos los comprometidos y beneficiarios de esas acciones les ponen trabas para que los altos funcionarios no se enteren previamente, porque a los funcionarios o empleados que no forman parte del entramado corruptor los amenazan, para que no informen o hablen y éstos por temor a perder su empleo, enmudecen.

Las estructuras beneficiarias de la corrupción tienen las manos largas, y capas de protección que le llegan hasta los más cercanos de los presidentes y funcionarios, muchos les expresan si les llega el rumor: que eso es mentira, que no es nada ilegal o que es algo de poco monto e insignificante aunque sean millones, porque las cadenas de la corrupción saben muy bien como “disminuir, simplificar o ningunear temas” para que no se les preste atención especial.

Pero los más inteligentes, los más avezados en esta materia son los empresarios, que son los que se acercan a los entornos presidenciales para ofrecer mercancías para vender al Estado, o para conseguir un contrato pero, a través del círculo familiar y de su equipo de trabajo, ¿para qué?, primero para obtener los contratos u órdenes de compras; segundo para garantizar sus pagos; y tercero para si se desata un problema los que paguen los platos rotos no sean ellos; para confirmar lo que les digo, solo deben investigar quiénes son los verdaderos dueños de las mercancías o de las obras ejecutadas, cuando realicen la indagación encontrarán como suplidores y contratistas a los apellidos sonoros de nuestra República.

Pero al final, la corrupción es articulada por los cercanos a los funcionarios, y los empresarios que se les unen para agenciarse sus recursos y aprovechar la oportunidad, estoy más que seguro que la mayoría de los vínculos de los cercanos es la relación misma con el jefe, el incumbente o el presidente, en la casi generalidad de los casos no existe sociedad económica alguna, sus cualtos (expresión dominicana) son de cada quién pero, el que va a pagar por eso, téngalo por seguro es el político funcionario por permisivo o por qué no armó una estructura para investigar a los suyos (cosa sumamente difícil).

Como aquí expongo muchos dirán que estoy con ello exculpando al expresidente Medina, a quien enfrenté y le armé alianzas electorales en contra y no tengo porqué hacerme abogado de su causa, pero la verdad ha de ser dicha, ¿sabrá en verdad el Presidente Medina todo lo que hicieron sus cercanos y familiares?, ¿sabría la dimensión y los montos envueltos? lo que sí sé porque me lo contaron, es que en un recorrido en una obra un Ingeniero temeroso pero, obligado por las circunstancias le expresó al Presidente Medina el porcentaje altísimo que se le estaba cobrando como coimas en una institución y al enterarse el presidente se sorprendió y actuó en consecuencia, lo demás se lo dejó al muy creativo murmullo nacional.

El código del silencio ha hecho fracasar a muchos políticos e incumbentes, porque su círculo cercano en su ambición no miden consecuencias ni les importa lo que pase al funcionario, solo ven sus particulares beneficios y no se detienen ni un momento a pensar el daño irreparable que en muchos casos le hacen a su amigo, jefe, compañero, familiar o pareja sentimental, porque en este mundo de las oportunidades nadie desea dejar pasar la suya y mucho menos de agenciarse los recursos de su estabilidad futura o el de supina ambición, porque los montos de los sonados casos de la megacorrupción son tan escandalosos que demuestran que los cercanos no se conforman con conseguir plata para tener tranquilidad económica básica, sino para convertirse en potentados.

Para los que eso buscan, no les importan la relación que tengan y el nivel en que se encuentren, el fin les justifican los medios y para conseguir sus objetivos a “los que no les ha costado nada para llegar ahí, solo los vínculos con los que mandan”, poco les importa un comino la suerte del tonto útil que utilizaron, al final en este mundo “de vivos” casi nadie quiere perder la oportunidad de lograr fortuna sobre la base del esfuerzo ajeno.

Desde otros variados ángulos, en parte esto le pasó al Dr. Balaguer que comprobado está, no dejó riqueza alguna, a Salvador mi amigo, de igual manera que fue apostrofado por culpa de cercanos empresarios que solo buscaron su particular beneficio, o a Leonel cuyo único patrimonio no personal está en FUNGLODE, que es una ONG’s educativa al servicio del pueblo.

Aunque sé que está historia no terminará ahí, tengo que admitir que el Presidente Abinader no está dispuesto al parecer, que les pase como a los anteriores, está poniendo candados antes, no después que le roben, pero esa es la realidad creciente de un país donde nadie considera a nadie, ni amigos, ni compañeros, ni parientes y muchos menos pasajeras de ocasión que acostumbradas a sentimentales cortos viajes cambian de acompañantes con frialdad pasmosa, claro después de lograr sus abultados metálicos objetivos.

Lo del Presidente Medina, será al parecer el ejemplo vivo de lo que hace “el oportunismo” a los que en su momento tienen poder, que se cuiden los que están y también los que llegarán, por eso hago mía la frase del poeta Romano Ovidio: “A la manera de la sombra que acompaña a los que caminan por el sol, y que, cuando este se oculta tras las nubes, los abandona; así, el vulgo tornadizo sigue a sus favoritos durante el esplendor de su fortuna, más una vez que está se esconde entre las nubes, se aleja de ellos”.