Por Cándido Mercedes
“En una sociedad cada vez más orientada al rendimiento, las métricas son importantes. Aquello que medimos tiene efectos sobre lo que hacemos y si utilizamos la métrica equivocada, nos concentraremos en las cosas equivocadas. Por ello, si solo buscamos incrementar el Producto Interno Bruto (PIB) de nuestras sociedades, podemos acabar perjudicando a los ciudadanos”.
(Joseph E. Stiglitz, Amartya Sen y Jean Paul Fitoussi: Medir nuestras vidas).
La Estrategia Nacional de Desarrollo ha de ser, debió ser, la más nodal, trascendental ley con la articulación más holística en el campo institucional, económico, social. Una verdadera carta de ruta hacia donde deberíamos apuntalar los dominicanos para encontrarnos con un verdadero desarrollo sostenible y lo más inclusivo posible. Es tan aguda su importancia que está taxativamente señalada en la Constitución en su Artículo 241. Reza así:
“Estrategia de desarrollo. El Poder Ejecutivo, previa consulta al Consejo Económico y Social y a los partidos políticos, elaborará y someterá al Congreso Nacional una estrategia de desarrollo, que definirá la visión de la Nación para el largo plazo. El proceso de planificación e inversión pública se regirá por la ley correspondiente”.
Un esfuerzo denodado del conjunto de las fuerzas sociales y políticas produjeron la Ley 1-12 el 25 de enero de 2012, que tendría la Visión “República Dominicana es un país próspero, donde las personas viven dignamente, apegados a valores éticos y en el marco de una democracia participativa que garantiza el Estado social y democrático de derecho y promueve la equidad, la igualdad de oportunidades, la justicia social, que gestiona y aprovecha sus recursos para desarrollarse de forma innovadora, sostenible y territorialmente equilibrada e integrada y se inserta competitivamente en la economía global”.
Esa visión nos colocaba en la perspectiva cierta de un futuro que es presente. Nos conducía al escenario proactivo de la planificación, de lo que teníamos que hacer para lograr una sociedad más prospera, con más bienestar y mejor calidad de vida. Esa concertación, verdadero pacto social, debería producir el mapa y el territorio en que nos encontraríamos en todos los peldaños de la dinámica económico-social.
Los desafíos, los alcances y los resultados que habríamos de lograr para dar el salto de una sociedad con desarrollo medio a otra que implicara nuevos eslabones, con menos inequidad, marginalidad y exclusión. La Estrategia Nacional de Desarrollo constituiría el marco cierto para ser un país competitivo, con un capital humano con mejores niveles de escolaridad, mayor esperanza de vida, más apropiación de las TICs y un mejor sistema de salud y una Administración Pública más eficiente y efectiva.
La Estrategia Nacional de desarrollo implicaba reformas desde el 2012 hasta el 2030 para alcanzar un país más productivo, más competitivo, más próspero. Ella abarca 4 Ejes estratégicos, 19 Objetivos generales, 58 Objetivos específicos y 460 líneas estratégicas de acción, 7 políticas transversales: Derechos humanos, Género, Sostenibilidad ambiental, Cohesión territorial, Participación social y el desarrollo de las TICs. Cada Eje (4) contiene sus objetivos generales.
El Primer Eje tiene 4 Objetivos generales, el Segundo Eje lleva 7 objetivos generales. El Tercer Eje cinco y el Cuarto Eje 3 Objetivos generales. A su vez, cada objetivo general deriva en sí indicadores y metas y al final, 25 compromisos asumidos por el Estado con un horizonte temporal delimitado: 2, 3, 4, 5, 6, 7, 10 años. La Ley 1-12 tiene 9 años y 6 meses y ninguno de esos compromisos delineados en el tiempo ha sido cumplido.
Si la sociedad, en el marco de su participación social, si los actores políticos hubiesen sido más consecuentes, tendríamos un país más halagüeño. Una sociedad sin referencia, sin seguimiento no puede auscultar los avances, los logros, los desafíos, las dificultades que cada tramo de su existencia trae consigo. Somos una sociedad inmediatista con el calentamiento de hoy, una caricatura del café sumamente descafeinado. Una sociedad que no recurre ni a lo básico ni a la raíz de las cosas. El ruido y lo intrascendente nos toma más tiempo. ¡Una sociedad que recoge el dato y no la información, que se adentra muy poco a la información, pero no alumbra ni crea el conocimiento, se queda en lo meramente fenomenológico!
¿Qué nos dice la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo a través de sus indicadores y metas de manera sumaria para poder entender la competitividad y un desarrollo más sostenible?
Indicadores y metas con respecto al Eje 1:
1) Índice Percepción de la Corrupción: 2010 (3), 2020 (4.8). Logramos 2.8 en 2020.
2) Partidos Políticos: 2010 (22.2), 2020 (27.1). Alcanzamos en el 2020: 21 puntos.
3) Índice Fortaleza Institucional: 2010 (3.2), 2020 (4). Obtuvimos 1.9,. La valoración mejor es 7.
Indicadores y metas Eje 2:
1) Porcentaje de población baja la línea de pobreza: 2010 (10.1). 2020 (5.0). Nos quedamos en apenas: 7.
2) Tasa neta de cobertura Educación Nivel Secundaria: 2010 (51.7), 2020 (77). En el 2020 nos quedamos muy rezagados: 53.
3) Tasa de Analfabetismo: 2010 (10.5), 2020 (4). Estamos en 8; el gobierno del 2012 dijo que técnicamente en septiembre del 2014 no tendríamos analfabetismo. Se montó una estructura enorme fuera del Ministerio de
Educación: Quisqueya Aprende contigo, que si medimos inversión y resultados es muy pírrico el alcance.
4) Gasto público en Educación: 2010 (2.2), 2015 (5), 2020 (6). En 1997 se aprobó el 4% a Educación. 16 años después fue que se ejecutó dicha ley. Hoy nos encontramos en 4 a pesar de que debería ser 6 según la Ley Estrategia Nacional.
5) Tasa de Mortalidad Materna: (1997-2007): 159. 2015 (96.2). 2020 (72). Realidad del 2020: 109.
6) Tasa de Mortalidad menores de 5 años: (2002-2007): 36. 2015 (24). 2020 (18). Real del 2020: 26.
7) Gasto público en Salud % del PIB: 2009 (1.4). 2015 (2.8). 2020 (4). En el 2020 llegamos a 1.8 del PIB. Sin embargo, el promedio de la Región es de 4.3 del PIB.
8) Número medio de años de escolaridad de la población de 25 a 39 años: 2010 (9.4). 2015 (10). 2020 (10.6). Promedio para el 2020: 7.
9) Esperanza de vida al nacer: 2005-2010 (72.4). 2015 (74.6). 2020 (77). Nos encontramos en 73.6. Costa Rica tiene 79. Chile: 80. Uruguay: 79.8.
10) Tasa de desocupación ampliada: 2010 (14.3). 2015 (11). 2020 (7.6). Para el 2020 regresamos a los niveles del 2010, en gran medida como consecuencia del COVID-19.
11) Porcentaje de población ocupada en el Sector Formal 15 años y más: 2010 (43.7). 2015 (46.9). 2020 (50.0). En el 2020 nos encontramos con 44.
Indicadores y metas del Tercer eje:
1) Índice Global de Competitividad: 2010 (3.9). 2015 (4.2). 2020 (4.4). Es de 1 a 7, donde siete es lo mejor. Alcanzamos en el 2020: 3.7.
2) Tasa neta de matriculación a nivel de Educación Superior: 2010 (24.8). 2015 (29.2). 2020 (33.5). En el 2020 27. 5 y en el 2021 ha disminuido como consecuencia del COVID-19. Una deserción universitaria muy alta, sobre todo, en el sector privado.
3) Usuarios de Internet por cada 100 habitantes: 2009 (26.8). 2015 (39.5). 2020 (50). Estamos en 41.
4) Número de patentes registradas al año: 2006-2008 (1.3). 2015 (3.1). 2020 (4.3). 2025 (7). 2030 (9.7). China solicitó 58,990 en el mes de abril de 2020. Acapara la mitad de las patentes globales. El pasado año, de 3.3 millones de solicitudes de patente registradas en el mundo, 1,54 se tramitaron en ese gran país.
Esto es una mirada de un ciudadano en una especie de veeduría social, de participación, como lo contempla el Artículo 39, vía el CES y el 40 y 41 llama anualmente en el mes de abril a un amplio debate. Incluso el Poder Ejecutivo tiene que hacer la convocatoria. El Artículo 42 especifica que, en el mes de julio, a la entrega de cada periodo, ha de realizarse una evaluación de mediano plazo.
El Capítulo IX señala los compromisos asumidos por el Estado y las Reformas Asociadas a cada eje, calendarizados. Del Primer Eje hay 10 mandatos, ninguno se ha cumplido. El Código Civil y Penal debieron aprobarse hace 6 años según la ley comentada. Las Reformas Asociadas al Segundo Eje: 4 compromisos:
a) Revisión de la Ley 87-01 en dos años (2014). Todavía no se ha hecho.
b) Reforma del Sector Salud debió hacerse para el 2015.
c) El proceso de reforma de las instituciones de Asistencia social se llevaría a cabo en 3 años, era para el 2015. Al 2021 nada.
d) Un Sistema de vigilancia sanitaria para la calidad del agua en 10 años. Llevamos 9 años y 6 meses.
Reformas Asociadas al Tercer Eje: 5 Reformas y ni una sola se ha cumplido. Ahí se establecía para el 2014 contar con un Seguro de desempleo para sustituir el Sistema de Cesantía. El Artículo 32 nos habla de las Reformas Asociadas al Cuarto Eje que son 6 y ninguna se ha llevado a cabo, con los años ya vencidos. El Capítulo X nos esboza de los Pactos Nacionales en apoyo a la Estrategia Nacional de Desarrollo:
1) Reforma Educativa en el Artículo 34.
2) Reforma Eléctrica, Artículo 35. (Debió aprobarse en el 2013, se firmó en febrero del presente año, 2021.
3) Reforma Fiscal en el Artículo 36. (A partir del 2015…).
Todas las glosas que se han vertido solo se han referido a los Pactos Nacionales, sin nunca hurgar en lo importante y extraordinario que es el contenido de la Ley, que permearía a toda la sociedad para caminar hacia un sendero pedregoso, empero, con lupas creativas e innovadoras que, de llevarse a cabo, nos conducirían por una sociedad más esperanzada, con pasos firmes. ¡La sociedad, de manera inequívoca, fuera otra!
La competitividad, según el Foro Económico Global, “Es el conjunto de instituciones políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país”. La competitividad conduce de manera inexorable a tener niveles de educación y salud promisorios, pues es el ser humano el patrimonio invaluable de ella, es el que agrega valor. Se genera un círculo virtuoso que nos lleva a un mejor bienestar y a medir mejor nuestras vidas.
Pienso que podemos realizar un golpe de timón, pues faltan nueve años y 6 meses para que la Ley de Estrategia Nacional de Desarrollo se cumpla. Tenemos que derribar los determinantes que hacen que no seamos competitivos como país. No es el tamaño del mercado y la cantidad de habitantes que nos pondrían en el éxito. Es el imperio de la ley, el imperativo sinérgico a través del talento humano, que como nos diría Idalberto Chiavenato en su libro Gestión del Talento humano “Son ellas las que generan la productividad, la calidad y la competitividad de las organizaciones. Sin personas las organizaciones no funcionan, no existen dinámica organizacional, resultados ni éxito. La competitividad de la organización depende de las competencias de las personas”.