Dr Daris Javier Cuevas
El miércoles 18 de agosto 2021 el presidente de la Republica, Luis Abinader, se dirigió a la nación al cumplirse su primer año como mandatario, creando unas expectativas de rendición de cuentas que el artículo 114 de la Constitución habilita para el 27 de febrero de cada año.
En palabra del presidente Abinader, en este primer año como gobernante “he sido testigo de lo mucho que podemos conseguir si trabajamos con un mismo propósito y con las políticas adecuadas”, aunque no describió de que se trata.
Pero donde parece incomprensible el discurso del presidente Abinader es cuando se refiere a la política de endeudamiento público, esto así ya que en su interpretación este no es una responsabilidad de Estado sino de carácter individual. Más aun, el presidente Abinader admite que su gobierno se ha endeudado, pero solo por el monto de US$7,340.00 millones, sin embargo, las cifras del Ministerio de Hacienda desmienten tal afirmación en virtud de que la misma a junio 2021 se incrementó en US$12,963,4, si se compara con junio 2020.
Las manipulaciones de las cifras estuvieron a la orden del día en el discurso del presidente Abinader, pues su argumentación no fue explicita ni mostró que tan solo en el Mes de junio 2021 el gobierno tuvo un monto de endeudamiento por el orden de US$59,648.5 millones, lo que supera los US$46,685.1 millones de junio 2020. Por igual, afirmar como algo histórico la proyección de US$3,000 millones de inversión extranjera directa, es desconocer que esta tuvo un comportamiento en el 2011 de US$3,276.7 millones, US$3,142.4 millones en el 2012 y de US$3,570.7 millones en el 2017.
Es relevante destacar que, al cierre del 2011, la deuda pública como porcentaje del PIB representaba un 28,6%, para el 2019 un 40,4%, mientras que al cerrar el 2020 esta se colocó en 60,5% y en la actualidad, 2021, está en 73,2%. En adición, el actual gobierno se estrenó en septiembre del 2020 con una emisión de bono soberano de US$3,800 millones y cuatro meses después, en enero, realiza una segunda emisión de bonos soberano de US$2,500 millones, lo que sumado al incremento de las remesas familiares es lo que explica el incremento de las reservas internacionales de US$12,611 millones, que ya registraba un apreciable crecimiento durante el periodo 2008-2019 en un rango de US$ 4,098.4 a US$ 10,875,6 millones.
En el discurso del presidente Luis Abinader llama poderosamente la atención la afirmación de que en cuanto al manejo del Covid-19 “Hoy, nuestro país es uno de los de menor letalidad por Covid-19 y tiene el privilegio de contarse entre los diez con mayor proporción de su población adulta vacunada en todo el mundo”. Según esta afirmación, entonces, “somos un referente a nivel mundial”, tal conclusión parece ser diametralmente opuesta a la evaluación de la empresa de servicios financieros Bloomberg, la cual afirma que Nueva Zelandia es el país referente en el mundo en cuanto al manejo de la pandemia.
La evaluación de Bloomberg se sustenta en un indicador de 80 puntos, lo cual es superado por Nuevas Zelandia, seguido de Japón, Taiwán, Corea del Sur, Finlandia, Noruega, Australia y China. Las malas calificaciones por el manejo de la pandemia fueron encabezadas por Brasil, el peor calificado, seguido por México, Colombia, Irán y EE. UU.
Las buenas y malas valoraciones ponen en evidencia que la Republica dominicana no ha sido considerada en ambos casos. Peor aún, cuando la meta trazada por las autoridades ha quedado muy por debajo de lo alcanzado en cuanto a la vacunación, en la actualidad.
Las 12 reformas señalada por el presidente Abinader, ninguna plantea la modernización del Estado y tampoco da detalles en qué consisten, más bien lo que se descodifica es el interés real de impulsar una reforma tributaria y laboral, al tiempo de crear las condiciones para invocar un modelo de corte neoliberal. Las promesas de obras dan la sensación de estar en campaña electoral y donde no se identifican las fuentes de financiamientos de las mismas, en las cuales varias han sido prometidas por tercera ocasión.
El presidente Abinader debe ponderar que el flujo turístico será una gradualidad que no depende de factores internos sino externos. Pero también que la realidad no se sustituye por vuestra voluntad, pues inflar las cifras no genera ganancias de causas ni dividendos políticos que pudieran crear una imagen negativa del gobierno en la población.