Dr. Víctor Manuel Peña
Este lunes 20 de septiembre está programado el inicio del año escolar en las escuelas públicas y con ello estará produciéndose el retorno de la presencialidad en la docencia en el sector público.
El inicio de este año escolar será muy problemático porque la mayoría de las escuelas no están preparadas ni condicionadas para un exitoso inicio del año escolar.
La pandemia lo ha problematizado todo y hubo que recurrir a la virtualidad para no perder, en términos nominales, el año escolar recién transcurrido.
Pero el año escolar recién transcurrido constituyó per se una gran derrota para la educación y la sociedad dominicana porque lo poco de calidad que había en el sistema educativo se fue al zafacón o al abismo.
Es decir la virtualidad, en un país víctima de una abismal y ancestral brecha digital y que no está física ni humanamente preparado para la educación virtual, fue un fracaso prácticamente total.
Los que debían ser alfabetizados, es decir, los que debían salir leyendo y escribiendo el español de las escuelas no lo lograron. Es decir tienen que ser alfabetizados nuevamente porque no saben leer ni escribir.
Y hubo problemas iguales o mayores para transmitir los contenidos de las diferentes asignaturas a los niveles superiores en la intermedia y en la secundaria.
A nivel de las universidades, vale decir, de la educación superior también hubo una degradación de la calidad en términos de los contenidos transmitidos y enseñados.
El eterno problema de la baja de calidad o la falta de calidad en la educación dominicana se creció con el método de la virtualidad.
Solo algunos colegios privados lograron mantener determinados niveles de calidad.
O sea que la virtualidad en la enseñanza ha ahondado la brecha o la desigualdad en términos de calidad entre colegios privados y escuelas públicas.
El eterno problema de la educación dominicana sigue y seguirá siendo un problema de calidad.
Y ha sido demostrado hasta la saciedad que el perenne problema de insuficiencia o falta de calidad en la educación del país no se resuelve solo con asignar el 4% del PIB a la educación.
Una partecita del 4% se utilizó durante ocho años, agosto 2012-agosto 2020, para construir escuelas en terrenos sobrevaluados, y la mayor parte fue a parar al barril sin fondo de la corrupción.
Ni siquiera una partecita de ese 4% del PIB se mantuvo apartada como fondo para reparar las escuelas públicas.
Hoy el gran trauma es que las escuelas públicas, la mayoría de ellas, no están reparadas ni condicionadas para acoger apropiada y dignamente a la población estudiantil que regresa a las escuelas en las diferentes provincias, municipios, distritos municipales, secciones y parajes del país en toda la geografía nacional.
Es obvio que los riesgos de la pandemia en el contexto de aulas no reparadas ni condicionadas son mayores para estudiantes y maestros.
El gran reto, el gran desafío con el retorno a la docencia presencial es evitar que haya un rebrote del coronavirus en el país.
Los que se enriquecieron ilícitamente con los fondos del 4% del PIB para la educación deben ser investigados, perseguidos y traducidos a la acción de la justicia.
La ley de extinción de dominio es necesaria para que los bienes producto del narcotráfico y de la corrupción administrativa sean devueltos al Estado.