Dr. Víctor Manuel Peña

La Economía como ciencia se ubica dentro de las ciencias sociales.
Ninguna ciencia por exacta que sea nunca es la realidad material misma, es decir, no es ni puede ser una transposición exacta y fiel de la realidad material al plano del conocimiento.
Uno es el nivel de la realidad material con su propia dinámica y otra cosa es la realidad del conocimiento con su propia dinámica también.
El conocimiento busca reproducir la realidad material en su esencia.
En el proceso de construcción del conocimiento se parte de lo concreto como algo amorfo y disperso, la realidad material misma, para llegar a lo abstracto como expresión de la construcción del conocimiento y de lo abstracto pensado se retorna a lo concreto, pero ya lo concreto como concreto pensado o como producto del pensamiento.
Así explicaba Karl Marx el método ascensional en la construcción del conocimiento.
Lo que significa que con la construcción del conocimiento lo que se busca es reflejar la esencia de la realidad material.
La realidad material es punto de partida y de llegada en el proceso de construcción del conocimiento, pero ya como punto de llegada aparece lo concreto como “concreto pensado”, en el que queda subrayada y sintetizada la esencia de la realidad.
Entonces son distintos los niveles y los órdenes de la realidad material y del conocimiento.
Primero está la realidad material y luego aparece el conocimiento.
Hablar de la construcción del conocimiento es hablar de la construcción de la ciencia.
No es posible la construcción teórica de la realidad material al margen del uso del método.
Los métodos son el inductivo, el deductivo, el analítico y el sintético.
En las ciencias, sean formales o experimentales, hay que hacer uso de esos métodos para hacer posible la construcción del conocimiento.
Las ciencias formales hacen uso fundamentalmente de la deducción o del razonamiento deductivo.
La Economía, que es una ciencia social y experimental, tiene que hacer uso fundamentalmente de la inducción, del análisis y la síntesis sin dejar de hacer uso de la deducción en determinados momentos.
La Economía es, pues, una ciencia eminentemente empírica. De ahí la preeminencia del uso del método inductivo.
El compromiso de toda ciencia, sea formal o experimental, es con la objetividad y la verdad.
No es cierto que la verdad científica está en función solo de la cuantificación o medición de la realidad material.
Hay aspectos de la realidad material y social que pueden ser cuantificados o medidos, pero hay aspectos de esa misma realidad cuya medición o cuantificación no es posible.
De las ciencias sociales es la Economía la que más ha avanzado en la medición o cuantificación de determinados aspectos de la realidad económica porque es la que más uso hace de las matemáticas y de la estadística, las cuales tienen su expresión concreta en la econometría.
Pero hay determinados aspectos de la realidad económica que no son cuantificables o medibles.
Entonces la condición de ciencia de la Economía no se limita, repito, a la medición o cuantificación.
La Economía tiene que estudiar toda la realidad económica de una sociedad sea cuantificable o no dada su condición de ciencia.
El desarrollo de la Economía como ciencia ha tenido lugar en el contexto histórico del desarrollo de las sociedades y muy especialmente del capitalismo.
El desarrollo de la Economía como ciencia social tiene dos dimensiones: la dimensión de la economía positiva y la dimensión de la economía normativa
La economía positiva explica las leyes que rigen el desempeño de los sistemas económicos en las diferentes fases: producción, distribución y circulación y consumo. Es decir, estudia la realidad económica tal cual es.
La economía normativa estudia lo que debe ser: desde el ámbito de la política económica se busca influir en lo que es para construir lo que debe ser, dado el carácter procíclico o anticíclico de la política económica.
Pero no es posible la economía normativa sin la preexistencia de la economía positiva.
Son muy diversas y múltiples las escuelas que han surgido en el desarrollo de la ciencia económica desde el siglo XVIII hasta nuestros días.
Las escuelas del pensamiento económico reflejan la diversidad y pluralidad que hay en la sociedad sin dejar de visualizar una determinada posición teórica o político-ideológica respecto de la creación de valores, el mercado y la intervención del Estado en economía.
En otras palabras, cada escuela asume una determinada teoría del valor y una posición con relación al papel del mercado y el rol del Estado, pero también con relación al comercio internacional y los fenómenos del crecimiento económico y del desarrollo económico.
Hay teorías avanzadas y progresistas y también hay teorías atrasadas y retrógradas, pero esto último no debe ser ni motivo ni causa para llegar a la demencial y aberrante posición de la que la Economía es “una ciencia perversa” y que “sus decisiones son perversas también”.
Por principio y por definición ninguna ciencia es perversa: sus resultados o los resultados de las investigaciones científicas pueden ser correctos o no, positivos o no, pero no perversos.
Por el hecho de que Albert Einstein, padre de la teoría de la relatividad, participara en la década del 30 en Estados Unidos en la investigación para crear la bomba atómica no significa en modo alguno que la Física es una ciencia perversa.
De las potencias o del imperialismo sí puede decirse que han hecho un uso perverso de la ciencia en determinadas circunstancias históricas, es decir, han hecho uso de los resultados de las investigaciones científicas para destruir vidas, pueblos y naciones. Verbigracia: el caso de Hiroshima y Nagasaki en 1945
Y es que en el origen y desarrollo de cualquier ciencia, mucho más de una ciencia social, está presente siempre el fenómeno de la lucha de clases.
El fin último de la ciencia es impulsar o propulsar el desarrollo y el progreso de los seres humanos, de los pueblos, de las sociedades y de las naciones.
Este fin último de la ciencia no debería ser distorsionado o malogrado por los Estados de las naciones.