Por Charlie Núñez
Rompiendo la frontera de los amantes de la magia del cine y de sus protagonistas, el admirado actor Will Smith se ha adueñado de los medios de comunicación al salir en defensa de su esposa ante lo que él entendió como una agresión durante la entrega de los premios Oscar.
Mientras el mundo se concentró en ese episodio apareció en escena uno de los conceptos más brillantes que en la actualidad podríamos ver y sacar provecho todos, me refiero al consejo dado a Will por el no menos afamado Denzel Washington al decirle: “En tu momento más alto ten cuidado, ahí es cuando el diablo viene por ti».
Si los seres humanos estuviéramos atentos a la hora y forma de llegar los demonios a tomar el control de todo, son muchos los problemas que nos ahorraríamos y les ahorraríamos a los demás. Tenía que ser de un artista y hombre de éxitos que surgiera tal expresión, pues los artistas son seres privilegiados escogidos por Dios por cuyo talento no necesitan de la idolatría ni la maldad de los demás para triunfar.
Son los artistas, junto a los deportistas y los políticos los sectores que más luchan por alcanzar una posición de éxito, son estos los que más impactan en la población y más requieren de aprobación. Hacia ellos están los demonios al acecho y les brincan a los de mentes débiles no cuando hayan alcanzado el éxito, sino cuando estos creen haberlo logrado, a esa hora el diablo toca la puerta.
Llegan disfrazados de empresarios, de familiares muy cercanos, de demonios ocultos que estaban cerca desde hace tiempo pero tenían caretas, de nuevos amigos, te muestran atajos para subir más alto, placeres desconocidos que solo el dinero puede comprar, la única condición es no escuchar a quienes te llevaron hasta ahí cargados de buenas intenciones.
Te dice el diablo como debes sonreír, vestir, caminar, dónde debes vivir, qué comer, quiénes deben ser tus amigos, cómo debes divertirte y disfrutar de la vida, te elimina los valores, la humildad, tus historias de lucha y te borra del pensamiento quienes la libraron contigo. Pero sobre todo te hacen dar la espalda a quien te dió el talento para llegar.
Lo que debemos tener siempre en cuenta es que el éxito es relativo, que es un estado mental, que es pasajero y que cuando le hacemos caso al diablo este te abandona cuando ya te vuelve guiñapo y solo él lo sabe, en ese momento ya no hay remedio y va a buscar sus próximas víctimas, que no han sido capaces de verse en espejos ajenos.
Cuando tú creas que has alcanzado el éxito, ten cuidado, en ese momento es cuando el diablo va por ti.