Los partidos minoritarios y las personalidades “independientes” tienen en común que cada cuatro años se adhieren como hiedra a uno de los contendores mayoritarios, o al que sustenta el poder, o al que advierten que tiene potencialidades para alcanzarlo.
Por Rafael Méndez
El más abyecto y abominable ejercicio de oportunismo, de quienes me la juego al calificar de rémoras políticas, conformado por los llamados partidos minoritarios (por suerte nadie los denomina “emergentes”), y personalidades “independientes”, quienes coinciden en ser consecuentes en sus posiciones pendulares, en su trajinar o traficar político-electores de la República Dominicana.
Ambos sectores tienen en común lo que algunos analistas han considerado como su alta fidelidad al poder, pero también su comprobado y fino olfato político para visualizar por dónde va el poder, por lo que cada cuatro años se adhieren como hiedra a uno de los contendores mayoritarios, porque sustenta la jefatura del Estado, o advierten tienen potencialidades para alcanzar la rienda de la cosa pública.
En el caso de los minoritarios en esta coyuntura han tenido en común una manifestación tan vergonzante como si presintieran que se encaminan hacia “su último cuarto de hora”, en tanto debutan en el escenario político-electoral nuevos especímenes que parecían pertenecer a otras especies, pero al “nacer sabiendo”, como la emisora aquella, mutaron en el mismo cardumen.
Pero igual y tradicional comportamiento han manifestado como una constante en el quehacer política-electoral, una pléyade de personalidades “independientes” que desde las más variopintas instancias sociales también han demostrado un fino radar político que les ha permitido colocarse “donde el capital les vea”, con la gran suerte de que han sido históricamente certeros en sus lecturas visionarias de por dónde va, o por donde viene, el poder.
Por una casilla en la boleta…dan hasta…
Las fuerzas políticas principales tienen en común que tradicionalmente se han servido por igual, desde el poder o fuera de la jefatura del Estado, de los partidos minoritarios y las personalidades “independientes”, y para agenciárselos no escatiman ningún sacrificio.
En el caso de los minoritarios, porque esa pequeña cuota de votos que canalizan pudiera ser la diferencia entre ganar o perder posiciones electivas, incluyendo la presidencia de la república, por lo que siempre están dispuesto a sacrificar “al más bonito…porque lo más importantes es el poder”.
Y sobre las personalidades “independientes”, mayormente ubicados en la sociedad civil y en los medios de comunicación, electrónicos, escritos, y ahora en las redes sociales, los mayoritarios se desviven por tenerlos a su lado, porque sus opiniones, que parecen de libres pensadores, impactan en amplio segmento de la sociedad.