Por Milton Olivo
En República Dominicana, la seguridad y la esperanza están intrínsecamente ligadas al compromiso del gobierno de enfrentar la corrupción, así como a su enfoque hacia el problema haitiano.
En este sentido, el actual gobernante, ha demostrado con hechos su determinación en ambos frentes, generando ese ambiente de confianza, simpatía y apoyo a su favor existente entre la población.
La corrupción, considerada el principal mal histórico que aqueja a la nación dominicana, ha sido abordado de manera decidida por el gobierno actual. A través de acciones concretas, se ha evidenciado un firme compromiso en erradicar este flagelo que ha minado la confianza pública durante décadas.
La implementación de políticas de transparencia y rendición de cuentas, así como el enjuiciamiento de funcionarios corruptos, son prueba de ello. Este accionar no solo fortalece las instituciones del país, sino que también inspira confianza en la actual administración gubernamental.
Por otro lado, la postura del gobierno frente al problema haitiano ha sido objeto de debate y controversia. A diferencia de lo que sostienen algunos sectores, el enfoque del gobierno ha sido coherente en su intento por controlar la situación en la frontera.
La adopción de medidas como deportaciones constantes, la militarización de la frontera, la construcción de un muro, la negativa a aceptar campamentos de refugiados haitianos en el territorio dominicano, son estrategias destinadas a garantizar la seguridad y el orden migratorio en el país.
Es importante destacar que estas acciones no buscan discriminar ni atacar al pueblo haitiano, sino más bien proteger los intereses y la estabilidad de la República Dominicana.
El compromiso del gobierno en este sentido se ha evidenciado también en su enfrentamiento a las solicitudes de intervención por parte de organismos internacionales como las Naciones Unidas.
Esta firme posición refleja la convicción del presidente Luis Abinader, de que el problema haitiano no puede ser resuelto sacrificando la República Dominicana, sino que requiere un abordaje integral que involucre la comunidad internacional, para solución del problema haitiano, en Haití.
En conclusión, la seguridad y la esperanza en la República Dominicana están estrechamente ligadas a la capacidad y acciones del gobierno para enfrentar la corrupción y abordar el problema haitiano de manera decidida y coherente.
Solo a través de un liderazgo comprometido y acciones concretas, como en el presente, se puede construir un futuro prometedor para todos los dominicanos. Y la sociedad -en su sabiduría- lo ha descodificado, quedando reflejado, en el apoyo mayoritario con que cuenta Luis Abinader.