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Por Cándido Mercedes
“La desinformación debilita la democracia porque esta depende del libre flujo de información. Así es como la gente elige. La desinformación socava la integridad de nuestras decisiones”. (Richard Stengel: Guerras De La Información).
Nos encontramos en el mundo del inframundo que derivan en la infoxicación, expresado en la sumisión del poder, acicalado ahora, en el tecnofeudalismo que ha venido a crear un nuevo orden mundial. Es el mundo del dominio del tecnofeudalismo y con ello, la hegemonía de la alta tecnología y el desplazamiento y movimiento del establishment norteamericano.
La economía digital ha devenido en una nueva forma de organización social, cristalizada en la sociedad digital, que tiene como epicentro y punto de inflexión, en su máxima piramidal, jerarquizacional, al tecnofeudalismo. Esta nueva categoría, que sintetiza la dimensión del dominio de la tecnología, tiene entre sus principales creadores y conceptualizadores a Yanis Varoufakis y Cedrid Durand. Ambos con libros publicados alrededor de la combinación de la alta tecnología, innovación, dominio económico y ahora acceso al poder claramente visible.
El tecnofeudalismo viene a ser la ilustración gráfica de lo que fue el modo de producción feudal, que consiste en el señor feudal (la nobleza), amo de la tierra, que concedía parte de la tierra (siervo de la gleba). La relación económica social era de una subordinación, donde el noble protegía al campesino y estos debían ceder parte de la producción. Es el símil, constituye la analogía con lo que ocurrió históricamente hace más de 400 años en Europa.
El tecnofeudalismo nos conduce a la Edad Media, empero, solo en el camino de la propiedad, de la hegemonía y dominación. Sin embargo, la ruta y la disrupción es tan grandilocuente que esta vez la innovación, la alta tecnología, el conocimiento, ocupan el lugar central en la era de la sociedad digital. Se trata del dominio de las altas empresas tecnológicas. Es el postcapitalismo del que nos hablara Peter Drucker en su libro La sociedad postcapitalista.
Si en 1985 era el dominio del conocimiento, donde el cerebro no era el medio de producción por excelencia, a partir del 2001 vino a constituirse una correlación audaz entre conocimiento con el más alto agregado de valor, merced a la sinergia con la alta tecnología. El tecnofeudalismo sintetiza el dominio de la tecnología en propiedad de una oligarquía tecnológica, que por su escenario en el mercado se ha constituido en la principalía de la escala económica-social, de la estratificación social en el mundo.
¿Cómo medimos con indicadores económicos la principalía de los actores insertados en la alta tecnología? A través de los datos e informaciones que nos ofrecen las revistas especializadas, acreditadas en ese ítem, como Forbes. De los dueños del planeta del libro de Cristina Martin Jiménez, de los 11 que cita, 7 están relacionados con la alta tecnología y con la posesión de más riquezas e ingresos. Ellos son Elon Reeve Musk, Jeff Bezos, Bill Gates, Mark Zuckerberg, Larry Page, Sergei Brin, Larry Fink. Los otros 4 no ligados directamente con el mundo de la alta tecnología, son Mohammed Bin Salman, Warren Buffett, George Soros y Rupert Murdoch.
¿Qué nos dice Forbes de quienes son las personas más adineradas del mundo en la actualidad?
1. Elon Reeve Musk (330,100 millones de dólares).
2. Larry Ellison (210,870 millones de dólares).
3. Jeff Bezos (117,400 millones de dólares).
4. Mark Zuckerberg (117,400 millones de dólares).
5. Bernard Arnaut (210,820 millones de dólares).
6. Bill Gates (104,900 millones de dólares).
7. Warren Buffett (106,400 millones de dólares).
8. Larry Page (104,900 millones de dólares).
9. Sergei Brin (104,500 millones de dólares).
10. Steve Balner (100,000 millones de dólares).
Como vemos, la riqueza de estos millonarios va desde US$330,100 millones de dólares a un mínimo de US$90,000 millones de dólares. Entre ellos, que forman parte de la pirámide más alta del 1% más rico del mundo, condensaron las riquezas del 43% de la población mundial. El 1% más rico de los 8,300 millones de personas tienen el 90%, esto es, 8,300 seres humanos y de ellos, esto es 13 representan 1.5%.
El tecnofeudalismo ya no es el control de las tierras, que implica el modo de producción feudal que generó la dominación de reyes y nobles. Ahora, es la propiedad de la hegemonía de la alta tecnología, caracterizada por la híper innovación, donde el sentido de la vastedad de los cambios dejan perplejos, en el horizonte individual, la existencia humana. El tecnofeudalismo es la síntesis concretización del poder, la economía y la tecnología. Todo ello se refleja en una nueva forma de relacionamiento social denominada sociabilidad 3.0, por el peso de la era digital y con ello, como dinámica de la factura social.
¿Cómo se sintetiza esa alta tecnología en las empresas localizadas en el top 12 del capitalismo de la vigilancia, de la economía digital o feudo digital, donde algoritmo de inteligencia artificial es el resultado de tecnología y concentración de poder? Los Big Tech, Google, Facebook, Microsoft, Apple, Hwawei, Amazon, IBM, Intel, Qualcumm, Vidfone Bil Glumo, Samsung Group, Meta.
Estamos en presencia, como nos diría Cedrid Durand, de grandes terratenientes digitales que han construido plataformas digitales en el espacio denominado NUBE. Señala él “Vivimos en un feudalismo propio a los tiempos modernos, muy alejados de la libertad y la equidad prometida por las nuevas tecnologías”. Alvin Toffler, sociólogo norteamericano y futurólogo, acuñó la frase “En el mundo no será analfabeto el que no sepa leer y escribir, sino aquel que no haya aprendido a aprender”. Hoy, aquella lapidaria oración, acusa un protagonismo sin par. El conocimiento es la herramienta clave, el plus medular. El conocimiento, al mismo tiempo, que da entrada nodal al talento, pues la alta tecnología tiene como médula espinal la innovación.
La innovación es el plus del talento, pues este último se refleja en el comportamiento que han de exhibir esas grandes empresas tecnológicas, que es la competición. Es el capital humano transformado en talento para agregar valor a la máxima creación disruptiva. La alta competición de las empresas tecnológicas trae consigo un nuevo panorama en la geopolítica y la geoeconomía, y se expresa en la geoestratégica del tecnofeudalismo.
El poder blando, a partir del híper conocimiento, de la innovación cuasi infinita, está generando en occidente un desplazamiento protagónico de la elite económica en el plano del poder político. La visibilidad de la oligarquía tecnológica se ha puesto de manifiesto en estos momentos. Estaban ahí, empero, de manera latente, con sus lobbismos ostentosos. Están en la cima del poder, un poder de tecnología y conocimiento que ha traído como paradoja en las redes la desinformación.
Una vez más, no es en sí mismo la creación de la innovación del ser humano lo malo, es la forma de instrumentalización perversa y degradante de la persona en su utilización. Como nos diría Yanis Varoufakis “la política no debe ser un juego de poder, sino un medio para el bienestar común”. El tecnofeudalismo en una gran variedad de su uso ha generado el junk news, esto es, una inmensidad de información basura. En el laberinto de la desinformación, propaganda, manipulación, información errónea, se mezcla la posverdad como parte del juego del poder.
Esto quiere decir que los magnates de la alta tecnología entraron, sin cortapisas, al entramado del poder político visible y con las convicciones de sus espacios en la geoestratégica del poder, que singulariza la información y su manejo y la vigilancia permanente del capitalismo vigilante, donde hoy los usuarios de las plataformas digitales somos los campesinos de las tierras, a merced de los diseñadores del tecnofeudalismo. Estamos como consumidores en SUS NUBES. Radiografiándonos como individuos en su dimensión de la psicopolítica.
En nuestro país, las informaci9ones en las redes constituyen un 76% de mentiras y vilezas y, según Latinobarómetro, somos de los 17 países evaluados los que más nos “informamos” en las redes. La firma encuestadora ACD/Media en su última auscultación, encontró una percepción de: ¿Cómo se entera usted de los acontecimientos del país? 36.8 digitales. 56.7 ninguno. 63.6 % por las redes, 23.3% por la televisión, 5.7% por otras personas, 4.8% por la radio, 2.3 por los periódicos.
Como nos dice, finalmente, Richard Stengel “la información es el bien más importante del Siglo XXI. No es de extrañar que las encuestas muestren el desconcierto de la gente ante la proliferación de noticias y datos online. En el tsunami diario de bits y pixeles, hay mucha información falsa además de verdadera”.