Por Milton Olivo

En una pequeña venta de mercado, se encontraba el encargado mostrando tres canastas con cangrejos. Ante la curiosidad de un cliente que se acercó, el hombre comenzó a explicar las diferencias que existían entre los cangrejos, no solo por su origen, sino por la manera en que se comportaban.

«La primera canasta», dijo el encargado, «es de cangrejos norteamericanos. Esta está tapada con una tabla porque si no, los cangrejos trepan por su propio esfuerzo y escapan».

Con voz calmada, siguió explicando: «La segunda canasta, una más alta y tapada con ladrillos, contiene cangrejos japoneses. Ellos se apoyan mutuamente. Forman una pirámide, y cuando la mayoría ya ha salido, ayudan a los demás a escapar. Por eso, el cesto está diseñado de esta forma».

Finalmente, el cliente le preguntó con curiosidad: «¿Y la tercera canasta, por qué está destapada?» El encargado sonrió, y con un tono entre irónico y reflexivo respondió: «Ah, esa es de cangrejos políticos de Santo Domingo Este. Y cuando uno quiere salir, los demás lo jalan hacia abajo».

La reflexión de esta fábula es inmediata. En muchos aspectos, nos encontramos con situaciones que ilustran, no solo las dinámicas naturales, sino también las realidades sociales y políticas que nos afectan a diario. La historia de los cangrejos no es solo una metáfora de la naturaleza humana, sino también una crítica directa a la falta de unidad que predomina en ciertos círculos políticos.

El pasaje de Eclesiastés 4:9-12 nos recuerda el poder y la importancia de la unidad. En este fragmento, la sabiduría divina nos enseña que la colaboración y el apoyo mutuo son los pilares para alcanzar el éxito. «Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo. Si caen, el uno levanta al otro. ¡Ay del que cae y no tiene quien lo levante!», dice el versículo.

El contraste entre las canastas de los cangrejos norteamericanos y japoneses resalta una verdad profunda: mientras unos, a base de esfuerzo individual, logran escapar; otros, a través del trabajo conjunto y la ayuda mutua, alcanzan el éxito colectivo. Sin embargo, en la tercera canasta, la historia cambia.

La falta de solidaridad y la tendencia a jalar hacia abajo a los demás se refleja en la política de Santo Domingo Este. En lugar de ayudarse mutuamente para avanzar como comunidad, los políticos se arrastran mutuamente, obstruyendo su propio progreso,  el progreso de la ciudad y sus habitantes. Y sacrificando a las bases del partido, pues al no ocupar posiciones, estas quedan sin protectores.

Santo Domingo Este, el municipio más grande de la República Dominicana, enfrenta una paradoja evidente: mientras otras provincias de menor tamaño logran tener una representación considerable en los altos niveles del gobierno, esta demarcación no ha logrado su justo reconocimiento. La razón no es otra que el individualismo, y  la falta de unidad entre sus líderes, para actuar en conjunto. ¡Ya es tiempo!

Es lamentable que en el municipio más grande y poderoso políticamente del país,  con tanto potencial y crecimiento, por ejemplo,  sus dirigentes sigan buscando apoyo para candidatos de otras regiones, en lugar de fortalecer y respaldar a un candidato local que, con visión y unidad, podría llevarlos al poder y  al municipio y el partido hacia nuevas alturas.

Este comportamiento suicida, refleja las mismas dinámicas de división que marcaron la historia del viejo PRD, donde la fragmentación y la falta de cooperación interna le mantuvieron por décadas fuera del poder, a pesar de ser el partido más poderoso. ¡Ya es tiempo de aprender! Es urgente un Congreso Político de los líderes municipales del PRM.

En un contexto político, como en la vida misma, la «salvación» no es individual. La verdadera fuerza radica en la unidad. Al igual que los cangrejos japoneses, quienes se apoyan mutuamente para alcanzar el éxito, los políticos de Santo Domingo Este deben aprender la lección de que solo a través de la unidad y la colaboración se puede prosperar.

Es tiempo de reflexión y de cambio en la política local. Los líderes de Santo Domingo Este deben abandonar la mentalidad de «sálvese quien pueda». En lugar de competir entre sí, deben buscar la forma de conciliar y unir fuerzas, escoger un presidencial que los represente,  no solo para beneficio propio, sino para el bienestar común.

Es hora de que los políticos de Santo Domingo Este se reconozcan como parte de un todo, y comprendan que, como los cangrejos japoneses, solo mediante la cooperación mutua, y la unidad de propósito, podrán consolidarse como el grupo político más poderoso, lo que facilitará elevar a la comunidad hacia un futuro mejor. Y sin lugar a duda, el político municipal con más condiciones y potencial en este momento es el Pastor Dio Astacio.

Es tiempo de actuar con visión de futuro, de conciliar. ¡Que la unidad sea el camino hacia el  éxito y progreso!

El autor es dirigente político del PRM en Santo Domingo Este.

Un Comentario a: «La Fábula de los Cangrejos y la Clase Política de Santo Domingo Este

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