Cándido Mercedes
“Si quieres entender a una persona, no escuches sus palabras, observa su comportamiento”.
(Albert Einstein).
No es oligofrenia lo que tiene una parte de la elite política dominicana con respecto a querer permanecer eternamente en la arena política. Es el síndrome tautológico de Joaquín Balaguer y Juan Bosch en su larga longevidad partidaria, aun pudiendo estar en otros escenarios sociales con éxito.
Con excepción de Daniel Ortega en Nicaragua, no hay ninguna sociedad donde estén orbitando y gravitando políticamente tres ex presidentes que hace más de 25 años configuran el liderazgo político y, sobre todo, con una praxis digna para el olvido, con mayor intensidad en la cuota a Danilo Medina.
Danilo Medina Sánchez llevó hasta el paroxismo la corrupción y la impunidad. El Índice de Transparencia Internacional lo destaca en los años 2019 y 2020 donde sacamos 28/100 y quedamos en el ranking: 137/180 países. Sabíamos de la corrupción a través del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), OXFAM, Banco Mundial, Foro Económico Global, Latinobarómetro, Barómetro de Las Américas, Llorente y Cuencas, donde grafican de manera meridiana toda la problemática de la corrupción y de la impunidad.
Danilo Medina Sánchez es el campeón de los ex presidentes, el que más desgarbó y destruyó el marco institucional de la sociedad dominicana y condujo a la mayor recesión democrática (32/100) y regresión electoral. ¡Todo el tejido social, todo el cuerpo social-institucional, fue groseramente invadido! Al mismo tiempo, el presidente del PLD ha sido el dirigente político más errático en la construcción de sus estrategias y que más palabras dijo fuera de la realidad y del conocimiento pertinente. Con unos discursos primarios sin imaginación y desde el 2017 desconectado, sin conexión con la sociedad y las agendas colectivas. Perdió totalmente la perspectiva de la realidad.
El 11 de noviembre de 2020 la acuciosa periodista Yanessi Espinal escribió en el periódico El Caribe un artículo titulado “El PLD acumula 21 derrotas políticas en últimos 2 años”. En unos de sus párrafos señala, citamos “En resumen, el PLD desde mediados del 2018 perdió la batalla por las primarias abiertas y simultáneas obligatorias, la inconstitucionalidad de la Ley de Partidos; la batalla contra el arrastre en el voto congresual; convirtió en una derrota política una sentencia del TSE en contra del PRD, porque amenazó a los jueces con un juicio político; perdió la lucha por modificar de nuevo la Constitución; perdió con las primarias porque dividieron al PLD; pagó el precio político del voto automatizado; perdió seis batallas legales contra la candidatura de Leonel y su partido; fue derrotado en la batalla judicial el orden de los partidos en la boleta la suspensión de las elecciones del 16 de
febrero fueron un golpe político y registró derrotas electorales en el nivel presidencial, congresual y municipal”.
La apreciada periodista no pudo abordar la medianía con que fueron fraguadas las dos leyes: 33-18 y 15-19, de Partidos y Agrupaciones y Movimientos Políticos y del Régimen Electoral. Como el presidente de entonces, Danilo Medina, convocó a varios candidatos al Palacio para decirles que se “lanzaran” a la lucha por la carrera presidencial que él no iba. Le dijo a Felucho Jiménez “dile a la prensa que yo no voy”
Todos sabemos que el proyecto estaba elaborado y un senador amaneció en el Congreso, para introducirlo. Violó el Pacto de los 15 puntos aprobado por el Comité Político y refrendado en esa oportunidad por el Comité Central. Le señaló a Jatnna Tavares que en el mes de marzo de 2019 se pronunciaría alrededor de la reelección. Fue en julio que irremediablemente tuvo que sucumbir a sus deseos.
La selección, por parte de Danilo Medina Sánchez, de la candidatura de Gonzalo Castillo no tuvo ni madre ni padre; no existe la más mínima explicación razonable y racional. Solo la creencia que el dominio del Estado, y con ello, la corrupción y el clientelismo más feroz, lo llevarían al poder. Con razón diría una palabra sencillamente simple “yo no creía que íbamos a perder”. Cuando “obligaron” a Leonel a salir del partido en un encuentro partidario expresó “Con los que están aquí yo gano”. En otro encuentro apuntó la invalidez de las encuestas que daban ganador al candidato de la oposición y colocaban a su delfín en un 37%.
Meses después, esbozaría “Estas han sido las elecciones más costosas” para subrayar, días previos “Nuestro candidato va a ganar. La pandemia lo que ha hecho es ayudarnos”. En un discurso después de la derrota del 5 de julio, sin sonrojarse y ante lo que ningún dirigente ni mucho líder haría, casi en susurro exclamó “Perdimos porque ustedes solo querían puestos y no fajarse para el partido. Donde quiera que iba solo me pedían puestos para los familiares y no para el partido”. El periódico Acento desmitificó aquella aseveración y graficó en todos los lugares en el Estado donde estaban trabajando los Medina Sánchez y los cuñados.
Cuando acusaron a dos hermanos en el mes de noviembre, en la Operación “Anti pulpo”, en una reunión en el Comité Político dijo “Eso es cobardía, eso es infamia”. Nunca había visto un expediente tan sólidamente elaborado. El abogado de la defensa de uno de los hermanos dijo “Danilo no sabía que su hermano era proveedor del Estado”. Si hubiese sido hermano de César Prieto, con el panegírico tan infeliz, tan ríspido, ante su féretro, no le hablaría jamás.
Todo este cuadro es lo que significa el ocaso del PLD al poner a Danilo Medina Sánchez como presidente del mismo. Ocaso significa: Decadencia, declinación. Podría llegar a un colapso, solo el tiempo lo dirá, como consecuencia de la escogencia de Danilo Medina. La
decadencia está ahí: sacaron 37% en las elecciones del 5 de julio. En dos encuestas realizadas en el mes de febrero obtuvieron 16.2% y luego 10.3%.
La lucha contra la corrupción y la impunidad ha diezmado al PLD y la visibilidad de la misma, donde la realidad ha superado la imaginación y todo lo que podríamos vislumbrar es ardoroso, pavoroso y cruel. Hoy por hoy ese personaje es el icono, la estampa de la encarnación de la corrupción en la más alta magistratura del Estado. Un ser humano maquinador, resentido, desdeñoso, subestimador de la institucionalidad, amante del verticalismo, de las decisiones de aposento, de actuar con la más conspicua opacidad. No persuade, no es tolerante ni mucho menos cree en la diversidad y las discusiones abiertas. Nada propio de un líder del Siglo XXI.
¿Qué llevó entonces al PLD a llevar a Danilo como presidente de la organización con esos episodios tan dantescos? No hay ninguna explicación que no sea protegerlo. Podría ser el drama de alucinación colectivo de los 1,100 miembros del Comité Central. De cómo una organización “con el centralismo burocrático” a lo largo de 16 años de dominación y hegemonía, se momificaron en un mimetismo sin cerebro o, cómo en gran medida Danilo representa para ellos el hombre que los transformó social y económicamente.
No hay pues lealtad al Partido sino a un hombre. Una subordinación que socava al cerebro colectivo. Una elección por aclamación al señor que finamente los condujo a la derrota, con los cuatro niveles y que cometió más de 27 errores tácticos y estratégicos. El simple “agradecimiento” conllevaba el más espectacular bajo perfil.
En un laudable editorial del periódico Diario Libre del martes 9 de marzo, titulado “La encrucijada de Danilo” al final delineaba “La crisis institucional es tal, que Danilo Medina, fue elegido como Presidente del PLD y al asumir el puesto el domingo pasado dijo que “ no tenía otra alternativa”. Si el PLD se ha quedado sin alternativas de dirigencia, pues hace mucho que dejó de ser símbolo de la esperanza…”.
El 66% de los miembros del Comité Político fueron “reelegidos” con una edad promedio de 59 años. 15 fueron incorporados por primera vez a ese importante órgano ejecutivo para un 33%. Estos tienen una media de 51 años. No hay nadie con menos de 35 años cuando se sabe que el padrón electoral de 2020 tenía una matrícula de 39.68% con electores de 35 años o menos, esto es: 2,944,177. De 45 miembros solo 7 son mujeres, para un 15.5%.
¿Puede un partido “renovarse” con esos hechos, con esas características, cuando tienen en su haber gente con más de 40 años en el mismo? Tres generaciones han devenido, un nuevo horizonte sopla, con nuevas aptitudes y actitudes de liderazgo. La civilización digital singulariza un liderazgo más horizontal, con un capital reputacional que exprese credibilidad y confianza.
El liderazgo es sociorelacional y ello trae consigo en la sociedad del conocimiento una emergencia ética, moral, con una infraestructura, una arquitectura cimentada en la transparencia, y la persuasión; porque como decía José Mujica “El poder no cambia a las personas, solo revela quienes verdaderamente somos”.
Como nos decía ese distinguido empresario, Franklin Báez Brugal, en su interesante artículo “Nuevos liderazgos” publicado en Acento del 15 de febrero “nuevos tiempos y nuevas situaciones requieren liderazgos diferentes; lo que hoy se vive en el mundo nos obliga a repensar acerca de las condiciones que deberían tener quienes nos dirijan”. El nuevo paradigma, el desafío de hoy de la sociedad, es la emergencia de un nuevo liderazgo basado en principios, que actué con integridad, con el loable compromiso social, la honradez, la honestidad, la empatía y la construcción de la sinergia. Allí donde el poder y la política no sean para hacer lo que conviene al partido solamente, sino los intereses de la sociedad en su conjunto.