Por Balbueno Medina
Cada vez son más notorios los disgustos que muestran los usuarios de la Seguridad Social, producto de las precariedades de los servicios que reciben a través de las instituciones que intervienen en las diversas ramas del Sistema de Seguridad Social Dominicano.
Las limitaciones de cobertura en los servicios de salud por parte de las ARS, la no aceptación de los seguros médicos por algunos especialistas de la salud y la poca esperanza de contar con una pensión digna al término de sus vidas productivas, por parte de las AFP, son las quejas más frecuentes que manifiestan los afiliados a la Seguridad Social.
A esa situación, se agrega el trato deshumanizante y la carestía de los medicamentos de mala calidad que reciben los asegurados, lo que hace menos atractivo el deseo de los dominicanos de pertenecer al Sistema Dominicano de Seguridad Social (SDS).
Para enfrentar el grave desafío que en estos momentos tiene la Seguridad Social en la Republica Dominicana, se necesita voluntad política y el desprendimiento de los diferentes sectores, en aras de garantizar un futuro mejor a quienes con sus esfuerzos hacen sus aportes al país, que son los trabajadores y trabajadoras de la nación.
No es posible que se continúen perdiendo vidas de dominicanos por la falta de recursos para cubrir la mayoría de enfermedades catastróficas que padece nuestra población, por la carencia de un plan previsional que garantice a las autoridades hacer frente a esa terrible realidad que ha empobrecido a cientos de familias de nuestro país.
El clamor para que se destinen mayores recursos a la Seguridad Social, ya no es solo de los sectores que desde fuera abogamos por un sistema más robusto y humanizante para la sociedad dominicana, sino también de actores tan importantes como la DIDA y el Consejo de la Seguridad Social, cuyos incumbentes decidieron romper el silencio ante la asfixia económica en que se desenvuelven.
Nelsida Marmolejos, ha dicho que la DIDA se propone reducir tres de sus oficinas en el interior del país, mientras que Rafael Pérez Modesto, luego de respaldar la iniciativa por la carencia de un presupuesto que haga sostenible esa oficina, también puso de manifiesto las limitaciones económicas por las que atraviesa el Consejo Nacional de la Seguridad Social (CNSS), lo que reduce la capacidad operativa de ese órgano que está obligado a trazar las políticas del sistema a nivel nacional.
Otros de los aspectos que mantiene estancado el avance de la Seguridad Social son los enfrentamientos que se producen frecuentemente entre actores de regulación y prestadores de servicios, por las inobservancias y desacatos de las medidas que se aprueban para favorecer a los afiliados a la Seguridad Social.
Es evidente que ante la impotencia que muestran las autoridades del Sistema de Seguridad Social, por las precarias condiciones económicas en que vienen operando y los desacatos que se producen por parte de prestadoras de servicios, a las medidas que se toman en el Consejo de la Seguridad Social y en la Superintendencia de Salud y Riesgo Laboral, nos encontramos frente a una crisis que necesita ser encarada con suma urgencia por el gobierno y la sociedad dominicana para buscarle una salida consensuada al Sistema de Seguridad Social Dominicano.
Necesitamos una nueva Ley de Seguridad Social, que no solamente se vea bien en los anunciados, sino que resuelva los problemas de la gente que con sacrificio aporta para que en el futuro contemos con un verdadero régimen de Seguridad Social que responda a las demandas y exigencias de la mayoría del pueblo dominicano, como se merece en base al esfuerzo hecho durante la vida productiva.