Por Narciso Isa Conde
“Solo que el 8 de octubre del 1967 no la deja tranquilo al 12, porque generó un componente relevante de la antítesis a la dominación imperialista: la inmortalidad de Ernesto Guevara.”
En octubre se conmemoran dos fechas de signos contrarios: una que simboliza soberanía, rebeldía frente a la opresión, liberación, dignidad…y otra conquista, colonización, opresión, saqueo, robo e inmoralidad.
Doce de octubre: el mal llamado “Descubrimiento de América” o “Día de la Raza”.
Ocho de octubre: “Caída del Che en Bolivia: trascendencia a la eternidad”
En tiempo de crisis mayor -como la que padece Nuestra América y el mundo- el contraste real entre ambas simbologías y los hechos que las sustentan, una estigmatizada o distorsionada por el poder mediático del gran capital y otra históricamente exaltada por los opresores de la humanidad (sin hechos que avalen su supuesta bondad), resulta sumamente útil para los grandes retos que tienen por delante la fuerzas transformadoras a escala continental.
UNA CONQUISTA Y UNA COLONIZACIÓN PLAGADAS DE CRÍMENES
El pasado 12 de octubre se cumplieron 528 años del inicio de la conquista y la colonización de las Indias Occidentales, luego bautizadas con el nombre de América.
Comenzó, con gran despliegue de crueldad, por esta hermosa isla caribeña que hoy compartimos la República Dominicana y la República de Haití, donde santificado por Iglesia Católica y para enriquecer la Corona Española, se exterminaron los habitantes originarios y se esclavizó la población negra traficada desde África.
Entonces no se produjo un lindo “encuentro de dos cultura”, sino el sometimiento y aplastamiento de los pueblos originarios por los intrusos, que desde la vieja Europa, se propusieron saquearnos y someternos.
No nos descubrieron: ya existíamos como civilizaciones.
Más bien nos encubrieron, nos dominaron, nos despojaron, nos esclavizaron… y hasta nos asesinaron en gran escala.
Tan cruel hazaña estuvo a cargo de un imperio sediento de oro, sudor ajeno y sangre
de sus víctimas; cuyos antivalores se proyectaron a la largo periodo de la colonización y las seudo-repúblicas re-colonizadas; convirtiendo su impronta opresiva y muchas de sus concepciones conservadoras en funcionales a la moderna dominación del capitalismo imperialista.
Coincide este 528 aniversario del inicio de aquel proceso desgarrador -cargado de robos de nuestros recursos naturales, masacres, tráficos de esclavos y perversas ambiciones- con la profundización de la recolonización que con tanta pasión y talento, Ernesto Guevara combatió.
Ahora ese proceso centenario exhibe una fase de recrudecimiento de su estrategia neoliberal acompañada de una alta agresividad destructiva del decadente y brutal Coloso del Norte, que auxiliado por la clases dominantes-gobernantes de nuestros países, donde quiera que ha podido, y donde pueda hacerlo, procede a asaltar -mediante la fuerza o el engaño- los patrimonios públicos y naturales de nuestras naciones; no importa que su gobernanza sea “demócrata” o “republicana”.
Por todos los confines de su accionar colonizador en Nuestra América, resuenan los planes de saqueo minero, las nuevas privatizaciones, los programas de asociaciones público-privadas, los planes de endeudamiento externo extorsionador, las injerencias del FMI y el BM, las maniobras militares, las amenazas de intervención contra los países soberanos, la presencia de bases y tropas estadounidenses en territorios ajenos, la histeria contra Cuba y Venezuela, y los miedos de la decadencia frente a China, Rusia, Irán…
Se reciclan los Gobernadores de Colonia tipo Iván Duque, Jovenel Moises, Abinader, Luis Orlando Hernández, Piñera… sumisos frente a Trump, Pompeo y a cualquier monarca al servicio del capitalismo imperialista.
Como aquel 12 de octubre de 1492 abrió paso a una fábrica de tutores y lacayos a lo largo de una larga la historia de coloniaje, 528 años después ese fenómeno se repite como farsa modernizada; expresión de todo lo negativo que el Che combatió y negó con su ejemplo.
Solo que el 8 de octubre del 1967 no deja tranquilo al 12, porque generó un componente relevante de la antítesis a la dominación imperialista: la inmortalidad de Ernesto Guevara.
LAS PODEROSAS RAZONES DE LA PRESENCIA DEL CHE
En la trayectoria y la obra revolucionaria del Che se sintetizan la actitud frente a la ciencia y al mito que tanto necesitamos en el proceso de recuperación de la izquierda y de la confianza de los pueblos en su accionar liberador.
El símbolo Che crece con los años después de su captura y fusilamiento en Bolivia, se reafirma como fuente de inspiración luego de todos los reveses sufridos, trasciende la época que le tocó vivir y demuestra toda la falsedad que encerró aquello del “fin de la historia”; precisamente cuando más se requiere combatir y superar un orden capitalista-imperialista cada vez más injusto, brutal y riesgoso para la vida en el planeta.
-Rebeldía, insumisión.
-Pasión por la autodeterminación de los pueblos
-Anti-imperialismo y anticolonialismo consecuentes:
“!Al imperialismo ni un tantito así!”
-Apertura de mente.
-Aferramiento a la verdad.
-Correspondencia entre su prédica y su práctica.
-Indiferencia ante los bienes materiales y el prestigio perso nal y la fatuidad.
-Aversión al poder para sí.
-Militante de todas las causas justas.
Crítico implacable y mordaz de sí mismo.
-Reflexivo y crítico temprano de los problemas que aquejaban al llamado socialismo real.
-Innovador y creativo en la búsqueda de un tránsito al socialismo de profundo contenido humano.
-Internacionalista a toda prueba.
-Adversario del burocratismo y del dogmatismo.
-Preocupado por la necesidad de forjar seres humanos nuevos.
-Enemigo de la autoafirmación y partidario del ensayo que confirme el acierto o el error.
-Enemigo de los privilegios y del uso abusivo del poder.
-Solidario, humano, desprendido de todo egoísmo en la relación con sus compañeros/as de lucha y sus familiares y amigos.
-Portador de una moral y honestidad inconmovibles.
-Apasionado en la búsqueda científica y en el estudio superador.
-Enemigo de la copia y esforzado en la creación teórica ajustada a la realidad de América Latina y del Tercer Mundo.
-Defensor intransigente de un orden mundial justo y equitativo.
-Practicante de un profundo amor por la humanidad y sus causas emancipadoras.
Estas cualidades, entre otras, caracterizaron la vida y la trayectoria del Che.
Ellas pudieron no abarcar todas las necesarias en la época en que le tocó luchar y pueden ser incluso, en algunos aspectos, no suficientes en este nuevo período.
Pero no hay dudas de que esos y otros atributos explican el porqué de la trascendencia de su ejemplo, el porqué de su poder convocador y estimulante, el porqué de su extraordinaria y singular incidencia en la recuperación de la subjetividad antiimperialista, anticapitalista y socialista; tan melladas por los golpes recibidos en las últimas dos décadas del siglo XX; recién reivindicada en la nueva ola por la segunda independencia desplegada desde el inicio de este nuevo siglo.
Por eso no es peregrino afirmar, que asumiendo lo esencial de su conducta y su obra, retomando su rebeldía, su espíritu innovador, su modestia y desprendimiento personal, su postura anti-dogmática… es posible contribuir a revolucionar las izquierdas, restaurar la confianza y credibilidad en su accionar y darle nuevos vuelos a su quehacer revolucionario en un contexto en que todos los males que motivaron las luchas del Che y todas las exigencias están agigantadas; a la vez que multiplicados su valor, su apertura de mente, su amor por la humanidad.
Presente por su ejemplo y heroísmo en la espiritualidad de todos los pueblos del mundo, la obra del Comandante Guevara constituye un pilar imprescindible para recrear la izquierda y las fuerzas sociales transformadoras que necesitamos y para darle carne de pueblo a la utopía.
El Che es síntesis de ciencia y mito en una dimensión imposible de manipular por los antivalores que norman el mundo actual y que deformaron los pasados intentos por transformarlo, pero siempre posible de enriquecer por los continuadores/as de su obra.
Al Che le ha tocado trascender su vida biológica como nadie lo hizo en el siglo XX y camino al XXI. Desde su figura y su accionar se expresaba el mito revolucionario de la época que le tocó vivir, pero también, más allá de su muerte física, se está proyectando en forma embrionaria el mito que imperiosamente transformador que necesita esta nueva época post-derrumbe del socialismo euro-soviético y este período singular de metamorfosis y crisis integral del capitalismo.
Algo poco común.